El desagradable olor a descomposición que frecuentemente invade el centro de Tucumán volvió a manifestarse este martes 24 de septiembre, coincidiendo con las ceremonias dedicadas a rendir homenaje a la Virgen de la Merced. Esta situación generó incomodidad entre las miles de personas que se reunieron en el principal paseo de la provincia, quienes tuvieron que soportar este mal momento.
Desde hace varios años, cuando comenzó a incrementarse la producción de alcohol en los ingenios azucareros, los residentes de Tucumán se ven obligados a convivir con el penetrante aroma a podredumbre que impregna el aire. Este hedor proviene de los miles de litros de vinaza, un residuo generado por la industria azucarera, que se vierten en los campos.
El problema radica en que la vinaza se arroja a cielo abierto en terrenos que rodean la capital provincial, así como en Tafí Viejo, Banda del Río Salí y la zona sur de Tucumán. Los gases que se liberan de este compost son arrastrados por las corrientes de aire, convirtiéndose en una característica indeseable del conocido «Jardín de la República».
La situación se agrava debido a un fenómeno meteorológico conocido como inversión térmica, que impide que estos olores se disipen en la estratósfera, manteniéndolos «encajonados» en el Gran San Miguel de Tucumán.
A pesar de que se ha planteado la posibilidad de utilizar la vinaza para generar energía y así evitar su vertido en los campos, esta solución aún no se ha implementado. Como resultado, los olores desagradables continuarán apareciendo cada primavera y verano.
Mientras tanto, las autoridades ambientales de Tucumán permanecen indiferentes ante la situación. Los poderosos intereses de los industriales azucareros, responsables de esta contaminación, parecen estar protegidos y no se toman medidas al respecto.
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