La vida política de Juan Bautista Alberdi atraviesa un escenario complejo. Tras la intervención municipal ordenada luego de que se destapara un escándalo por presuntas conexiones de exfuncionarios con redes de narcotráfico, muchos pensaron que la crisis podía desincentivar la competencia electoral. Sin embargo, ocurrió lo contrario: la carrera por los cargos locales despertó un fuerte interés entre quienes aspiran a ocupar un lugar en la conducción institucional del municipio.
De acuerdo con lo informado oficialmente por la Junta Electoral Provincial (JEP), el próximo 26 de octubre los vecinos del sur tucumano deberán enfrentarse a una boleta sábana particularmente extensa: se habilitaron 26 opciones distintas dentro del cuarto oscuro, que en conjunto reúnen 388 postulaciones.
El padrón definitivo para esta elección está integrado por 23.156 ciudadanos habilitados, número que contempla a los adolescentes de 16 y 17 años, quienes tienen la posibilidad de votar de manera voluntaria. Con estas cifras sobre la mesa, se obtiene un dato llamativo: habrá, en promedio, un candidato por cada 59,68 electores, una de las tasas más elevadas de toda la provincia.
La oferta política se distribuye entre seis postulantes a la Intendencia y otros 382 nombres que competirán por bancas en el Concejo Deliberante, tanto en condición de titulares como de suplentes.
Aunque las cifras resulten significativas, lo cierto es que representan un descenso respecto de los comicios provinciales de 2023, en los que Alberdi había alcanzado un récord con 882 inscriptos frente a un padrón de 22.847 votantes, lo que implicaba un postulante por cada 26 electores, una proporción sin precedentes.
Si se contrasta con los números generales de Tucumán, la diferencia también es notoria. En aquellas elecciones provinciales, se registraron 18.186 candidatos frente a 1.312.532 votantes, lo que arrojaba un promedio de un candidato cada 72 electores. De esta manera, Alberdi vuelve a destacarse como un distrito con un nivel de participación política fuera de lo común en relación con la cantidad de cargos disponibles.
La importancia de este proceso electoral radica además en que busca normalizar las instituciones locales tras la salida del histórico intendente justicialista Luis “Pato” Campos y la disolución del Concejo Deliberante, cuyos diez integrantes fueron apartados de sus bancas. Dentro de esta competencia, sobresale el predominio de las listas ligadas al oficialismo provincial: la mayoría de los acoples provienen del espacio “Tucumán Primero”, estructura peronista que intentará retener el control de la comuna.
El politólogo Javier Ghio analizó este fenómeno y recordó que no es un hecho aislado. Explicó que desde la reforma constitucional de 2006, cuando se instauró el sistema de acoples, se multiplicó la cantidad de agrupaciones políticas, dando lugar a una enorme variedad de boletas en cada elección. Según su visión, este modelo genera una especie de “dualidad”: mientras que pocas fuerzas con peso real compiten por las intendencias, los concejos deliberantes tienden a fragmentarse, con múltiples listas que diluyen la representatividad.
El especialista advirtió que muchas veces estas candidaturas no nacen de un proyecto colectivo con raíces sociales, ideológicas o culturales, sino que responden a intereses meramente territoriales. Incluso, agregó que, en contextos de crisis económicas y sociales, varias personas ven en la postulación una alternativa laboral más que una vocación de servicio público. Esto, a su juicio, alimenta el descrédito hacia la política y genera un círculo de antipolítica que aumenta la brecha entre representantes y representados.
De todas maneras, Ghio considera que discutir únicamente sobre la conveniencia de los acoples o sobre una posible reforma constitucional es quedarse en la superficie. Para él, la verdadera cuestión es otra: definir qué clase de cuerpos legislativos se desean construir. “La clave es si serán eficaces o no en representar, legislar y controlar”, concluyó.