Acusan a azucareros de verter vinaza durante el apagón, generando un fuerte olor en Tucumán

El persistente y desagradable olor a descomposición, que en reiteradas ocasiones invade la capital tucumana y sus alrededores, volvió a hacerse presente este jueves en un contexto particularmente desfavorable: un apagón dejó a gran parte de la provincia sumida en la oscuridad, justo cuando el hedor comenzó a extenderse de manera incontrolable.

Las sospechas apuntan a que ciertos sectores de la industria azucarera habrían aprovechado la interrupción del suministro eléctrico en la zona este de la provincia para deshacerse de grandes volúmenes de vinaza, un residuo altamente contaminante derivado de la producción de alcohol. Esta maniobra habría generado una emanación de olores pútridos que no tardaron en propagarse, alcanzando incluso el centro de San Miguel de Tucumán.

Desde que la actividad azucarera comenzó a expandirse y a diversificarse hacia la producción de alcohol, la población tucumana se ha visto obligada a soportar esta problemática ambiental recurrente. La vinaza, que se genera como un subproducto de la destilación, es acumulada en enormes volúmenes y, en lugar de ser tratada de manera adecuada, es arrojada indiscriminadamente en terrenos a cielo abierto, lo que contribuye a la contaminación del aire y del suelo.

Este vertido sin control se produce principalmente en zonas periféricas a la capital provincial, afectando a localidades como Tafí Viejo, Banda del Río Salí y diversas áreas del sur tucumano. Con el paso del tiempo, el impacto ambiental de esta práctica ha dejado de ser una preocupación meramente sectorial para convertirse en una crisis de salud pública, ya que los gases resultantes de la descomposición del compostaje de vinaza son transportados por las corrientes de aire y terminan esparciéndose por toda la región, generando un fuerte malestar entre los habitantes.

Un fenómeno meteorológico conocido como inversión térmica agrava aún más la situación. En estas condiciones atmosféricas, las capas de aire más frías quedan atrapadas cerca de la superficie, impidiendo que los gases contaminantes asciendan y se dispersen en la estratósfera. Como consecuencia, los olores nauseabundos quedan retenidos sobre el área del Gran San Miguel de Tucumán, intensificándose y prolongándose en el tiempo.

A pesar de los constantes reclamos de la ciudadanía, la contaminación por vinaza sigue siendo un problema sin resolver. Desde hace años, se han planteado diversos proyectos para dar un uso más sustentable a este residuo, incluyendo su aprovechamiento en la generación de energía. Sin embargo, hasta el momento, esas propuestas no han sido implementadas, lo que significa que, con la llegada de cada primavera y verano, la población continuará padeciendo estos episodios de contaminación.

Mientras tanto, las autoridades ambientales de la provincia parecen mantenerse al margen del problema, sin adoptar medidas efectivas para regular y fiscalizar a los responsables de estos vertidos. La industria azucarera, un sector económicamente poderoso en Tucumán, continúa operando con impunidad, sin que su impacto ambiental sea adecuadamente abordado ni sancionado. En este contexto, el hedor característico que impregna el aire en ciertas épocas del año se ha convertido en un símbolo inconfundible del deterioro ambiental que afecta a la región.