Aerolíneas Argentinas anunció que el próximo 30 de mayo cesará la actividad comercial de su histórica oficina ubicada en San Miguel de Tucumán, en la calle 9 de Julio al 110. Esta decisión se enmarca dentro de una política más amplia de la empresa orientada a optimizar sus recursos y reducir gastos operativos, especialmente en lo que refiere al mantenimiento de locales físicos.
En línea con esta estrategia de ajuste, durante el mes de abril la compañía ya había cerrado siete sucursales distribuidas en distintas provincias del país. La medida busca minimizar los costos asociados al pago de alquileres y, en algunos casos, generar ingresos por la renta de espacios propios. Paralelamente, la aerolínea ha decidido apostar con más fuerza por la venta digital de pasajes, adaptándose a los cambios de comportamiento del consumidor.
De acuerdo con datos oficiales, hasta finales de diciembre de 2024 Aerolíneas Argentinas contaba con un total de 21 oficinas comerciales, de las cuales 17 serán clausuradas antes de que finalice abril. Entre las localidades afectadas se encuentran: Ushuaia, El Calafate, San Juan, Jujuy, Rosario, Comodoro Rivadavia, Posadas, Salta, Neuquén, Bahía Blanca, Bariloche, Trelew, Formosa, Santa Fe, Río Gallegos, Río Grande y Corrientes. Posteriormente, a fines de mayo, se sumarán los cierres de Tucumán y Mar del Plata, dejando únicamente activas las sucursales de Córdoba y Mendoza.
La empresa explicó que, actualmente, las operaciones presenciales en las oficinas físicas representan menos del 1% del total de ventas de pasajes, lo que evidencia un marcado descenso en la demanda de atención personal. Hoy en día, la página web de la aerolínea constituye el principal canal de venta directa. En este contexto, desde hace más de un año, la empresa había comenzado a disminuir su infraestructura comercial fuera de los aeropuertos, ya que este tipo de presencia física ha dejado de ser habitual en la industria aérea.
Respecto al personal que trabajaba en esas dependencias, se informó que será reubicado en los aeropuertos de cada región, con el fin de reforzar la atención a los pasajeros y sostener las tareas operativas sin perder recursos humanos capacitados.
Consultada sobre el impacto económico que representa esta decisión, la empresa indicó que aún no dispone de una estimación exacta. No obstante, sí se confirmó que algunas de las oficinas cerradas eran locales propios susceptibles de ser alquilados, mientras que otras se encontraban bajo contrato de alquiler y están siendo devueltas.
Por otro lado, la Oficina de Presupuesto dependiente de la Secretaría de Hacienda presentó recientemente los resultados presupuestarios correspondientes al cuarto trimestre de 2024 para las empresas estatales, entre ellas Aerolíneas Argentinas. Según este informe, la empresa aérea cerró el año con un resultado económico positivo de $156.323,9 millones, algo inédito desde su reestatización en 2008. Este resultado fue posible, en parte, gracias a que la aerolínea pudo vender sus ingresos al tipo de cambio MEP, mientras que sus egresos se liquidaban al dólar oficial, más bajo.
El análisis realizado por la Dirección de Presupuesto de Empresas Públicas detalló que los ingresos corrientes aumentaron un 256,8% interanual, alcanzando los $3.075.067 millones, mientras que los gastos corrientes se incrementaron un 157,7%, situándose en $2.918.743 millones. A su vez, Aerolíneas comunicó que, en términos de desempeño operativo, obtuvo una ganancia de US$20,7 millones durante el año 2024. La diferencia con el resultado económico total se debe a la inclusión de ingresos financieros, cuestiones impositivas y otros factores no vinculados directamente con la operación aeronáutica.
Cabe destacar que desde su reestatización, la compañía había acumulado un déficit operativo promedio cercano a los US$400 millones anuales, con una pérdida de US$390 millones registrada en 2023. Frente a este escenario histórico, desde diciembre del año pasado, la gestión actual ha implementado una serie de reformas para preparar la eventual privatización de la empresa. Estas medidas incluyeron una política de recortes agresiva, lo que derivó en una reducción del 15% en la planta de personal. Como resultado, la cantidad de empleados descendió a 10.401, el nivel más bajo en más de una década, marcando también el menor promedio de empleados por avión en toda la historia de la compañía.
La disminución de la dotación implicó la salida de 1.528 trabajadores, en el marco de un proceso respaldado con aportes del Tesoro Nacional que alcanzaron los $58.732,7 millones. Esta política forma parte de un plan general de ajuste y reestructuración, con miras a lograr que la aerolínea alcance un punto de equilibrio económico y resulte atractiva para su eventual traspaso al sector privado.
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