➡️ Los delincuentes simulan ser clientes; pero al momento de ordenar la compra, eligen las tarjetas de crédito como método de pago. Allí es donde comienza la acción delictiva porque, sabiendo que los plásticos no tienen fondos para realizar las operaciones, insisten con que puede tratarse de un error y hacen que el comerciante intente varias veces pasar la tarjeta.
➡️ Agotada esas posibilidades, es allí que le proponen realizar la compra offline, que implica cambiar la configuración del lector de tarjetas y dejarlo fuera de línea; con la excusa de que, posteriormente, el comercio puede pedir un código de transacción a la entidad emisora de la tarjeta y, de esta manera, asegurarse el cobro horas más tardes.
➡️ Pero lo cierto es que, muchas veces, por desconocimiento del vendedor ese código no es solicitado y, al estar el equipo fuera de línea, el comprobante que emite sólo cuenta como un papel impreso pero sin ningún tipo de validez.
Debido a los plazos para recibir el pago, el comercio puede darse cuenta días después.