Sergio Sánchez, reconocido trabajador cartonero argentino que había sido invitado al Vaticano en 2013 para presenciar la asunción de Jorge Mario Bergoglio como Papa Francisco, volvió a viajar a Roma este viernes con una misión muy especial: estar presente en el funeral del Sumo Pontífice. Su presencia no fue casual ni protocolar, sino profundamente simbólica, ya que representó en ese acto a millones de personas marginadas y olvidadas del mundo. La invitación, gestionada directamente por el Vaticano, buscó honrar la relación que el Papa mantuvo durante toda su vida con los sectores más vulnerables de la sociedad.
Al llegar a la ciudad eterna y de pie en la emblemática Plaza Pio XII, Sánchez compartió con los medios su profundo pesar por la pérdida del Papa. “Estamos muy tristes, se nos fue un guía espiritual con quien siempre luchamos por tierra, techo y trabajo”, expresó conmovido. Sin embargo, lejos de dejarse vencer por el dolor, reafirmó su compromiso con la causa que ambos compartían: “Vamos a continuar con su misión”, sentenció. Y aprovechó para enviar un mensaje claro y directo a quienes conducen tanto espiritualmente como políticamente a los pueblos del mundo: “Que no se olviden de los excluidos del mundo”.
Cuando los periodistas le preguntaron cómo fue ese momento íntimo y solemne en el que se encontró cara a cara con el féretro de quien fue su amigo y referente espiritual, Sergio relató que le habló al Papa y le hizo una promesa. “Lo vi. Le prometí que nuestra lucha y la lucha de él no va a ser en vano”, dijo con firmeza, en referencia al legado de Francisco. Agregó que el camino marcado por el Pontífice a través de sus acciones y su palabra es una guía que no deben abandonar: “Queremos seguir con la historia”, aseguró.
Sánchez también reflexionó sobre el mensaje que espera que continúe resonando tras la muerte del Papa: “No más excluidos, que no se olviden cuando ven a alguien caído, de darle la mano para que se levante”, dijo, resumiendo el espíritu de inclusión, solidaridad y justicia social que caracterizó el pontificado de Francisco.
La relación entre Sergio Sánchez y el Papa era mucho más que circunstancial. El vínculo se había forjado antes de que Bergoglio asumiera su rol como líder de la Iglesia Católica. En aquellos años en que era arzobispo de Buenos Aires, Francisco ya mostraba un fuerte compromiso con los sectores más humildes y vulnerables. Desde 2008, por ejemplo, encabezaba las conocidas misas “por una sociedad sin esclavos ni excluidos” en la capital argentina, encuentros multitudinarios en los que participaban cartoneros, trabajadores informales y otras personas marginadas. En esos actos, Sánchez y muchos otros encontraban contención y voz para sus reclamos.
El lazo entre ambos se hizo todavía más cercano en 2015, cuando el Papa Francisco se convirtió en padrino del hijo de Sergio, a quien el cartonero decidió llamar Francisco en su honor. El bautismo se realizó nada menos que en el Vaticano, y fue el propio Pontífice quien ofició la ceremonia. Este gesto marcó una unión personal y afectiva que fue mucho más allá de los encuentros formales, demostrando el compromiso concreto del Papa con los más humildes.
Con su presencia en Roma, Sergio Sánchez se convirtió en símbolo de la causa por la que tanto luchó el Papa Francisco. Su viaje fue, en definitiva, un tributo no solo a la figura de un líder religioso, sino a una historia compartida de dignidad, justicia y resistencia.