El papa Francisco desmintió que su visita a la Argentina esté vinculada con quién gane las elecciones

Jorge Bergoglio, quien lleva diez años como líder de la Iglesia Católica, ha sido objeto de especulaciones sobre una posible visita a Argentina, su país natal, a lo largo de su papado. Sin embargo, diversas crisis, elecciones frecuentes y cambios de gobierno han impedido que el Sumo Pontífice regrese cómodamente a su tierra natal, a pesar de numerosos viajes por el mundo.

Este año, debido al décimo aniversario de su pontificado y a su salud debilitada, ha surgido con fuerza la posibilidad de que Francisco finalmente visite Argentina en 2024. Sin embargo, la especulación se ha mezclado con cuestiones políticas, especialmente después de que Javier Milei, un contendiente en las elecciones presidenciales, lanzara críticas duras hacia el Papa, posteriormente reconocidas como inapropiadas, seguidas de disculpas.

Sergio Massa, el otro candidato en el balotaje, ha comentado repetidamente sobre los comentarios de su rival y, en un gesto adicional, invitó a Bergoglio a visitar Argentina en 2024 durante el último debate presidencial.

La situación tomó un nuevo giro cuando el diario católico francés La Croix, citando una fuente del Vaticano, sugirió que Francisco solo visitaría Argentina si el ministro de Economía actual resultara ganador de las elecciones. Ante esto, el Papa se disgustó y desmintió que su posible viaje esté vinculado al proceso electoral.

En un diálogo con allegados, afirmó que su visita a Argentina no depende del triunfo de ningún partido o candidato, y su agenda no está condicionada por consideraciones partidarias. Añadió que se siente incómodo con los clérigos que hablan en su nombre en los medios sin su autorización.

Aunque recibió una invitación formal de la Conferencia Episcopal Argentina, Francisco dejó claro que su visita no se relaciona con el resultado electoral. A pesar de su disgusto, no descartó la posibilidad de visitar Argentina en un futuro próximo, sin embargo, desea mantener la visita al margen de consideraciones políticas. Aunque no hay certezas sobre la fecha, se maneja el mes de marzo como una posibilidad tentativa, manteniendo la misma línea de Bergoglio: limitar la influencia política, tener un encuentro institucional con el próximo jefe de Estado y enfocarse en un vínculo directo con la sociedad, evitando la politización del evento.