Tras los festejos por el Día del Amigo, el tradicional Parque 9 de Julio, uno de los espacios verdes más emblemáticos de San Miguel de Tucumán, amaneció cubierto de basura en prácticamente todos sus sectores. Este panorama, que lamentablemente se ha vuelto recurrente cada vez que se realiza un evento masivo en el lugar, evidenció nuevamente la falta de conciencia ambiental y la dificultad de sostener la limpieza en espacios públicos ante grandes concentraciones de personas.

Foto: La Gaceta
A pesar de los esfuerzos realizados por la Municipalidad de la capital tucumana para prevenir este tipo de situaciones, los resultados no fueron los esperados. De acuerdo a lo informado por Luciano Chincarini, secretario de Servicios Públicos, se había desplegado un operativo especial en el parque para anticiparse a la gran afluencia de visitantes durante la jornada. “Diseñamos un plan específico para este día. Incorporamos 16 contenedores adicionales de un metro cúbico cada uno, con la intención de reforzar la recolección de residuos. Sin embargo, no alcanzó. Es verdaderamente desalentador ver cómo quedó el parque”, manifestó el funcionario.
Uno de los incidentes más preocupantes fue la contaminación del Lago San Miguel, donde, según denuncias del propio Chincarini en declaraciones a LG Play, algunos puesteros ambulantes arrojaron aceite usado directamente al agua tras utilizarlo en sus frituras. “Es un hecho muy grave, porque genera un daño ambiental significativo. A pesar del compromiso y el trabajo que ponemos desde el municipio, nos encontramos con actitudes irresponsables como estas que echan por tierra todo lo que se intenta cuidar”, lamentó.
La situación obligó a que los equipos municipales de limpieza comenzaran su labor desde bien temprano, a las 7 de la mañana, desplegando operativos a lo largo de toda la superficie del parque. No obstante, por la gran cantidad de residuos dispersos, se estimaba que los trabajos se extenderían durante todo el día. Entre los restos recolectados se encontraron objetos de todo tipo: bolsas plásticas, botellas, vasos y cubiertos descartables, envoltorios de comida, restos de asado e incluso pañales usados. Estas escenas no solo generaron indignación en las autoridades, sino también entre muchos vecinos que utilizan el parque a diario y se mostraron consternados por el nivel de suciedad dejado tras los festejos.
El caso reabre el debate sobre la necesidad de fomentar una mayor responsabilidad ciudadana y establecer controles más estrictos para proteger los espacios públicos, además de reforzar las campañas de educación ambiental que promuevan el cuidado del entorno entre los visitantes
