En la ciudad de Yerba Buena, una denuncia realizada por una joven llamada Camila encendió la alarma sobre un nuevo episodio de inseguridad en ámbitos nocturnos. Según relató públicamente, habría sido víctima de un intento de ser drogada en el interior de un conocido boliche, donde un grupo de hombres manipuló de manera sospechosa tanto su vaso como las bebidas que consumía. Su testimonio no solo expuso la situación que atravesó, sino que también incluyó un mensaje de advertencia dirigido a otras mujeres: “No acepten vasos de desconocidos. Siempre salgan con dinero. Si no tengo plata, prefiero no salir”, expresó con firmeza.
@cammycamila0 se habia subido sin audio asi que va de nuevo #storytime #storytelling #cuidado #boliches ♬ sonido original – Cammy
Camila contó que el hombre al que identificó como responsable del hecho no era un desconocido total para ella, ya que lo había visto en ocasiones anteriores. Incluso, explicó que este sujeto se presentó como seguidor suyo en Instagram y que, esa noche, la invitó a acercarse a una zona próxima al sector VIP del local, donde él se encontraba acompañado por un amigo y rodeado de varias botellas de vodka. Desde ese espacio, relató la joven, muchas chicas se acercaban a pedirles bebidas, las cuales ellos repartían con una insistencia llamativa.
La denunciante subrayó que tanto ella como su amiga se mantuvieron firmes en rechazar esas copas, ya que solo consumen lo que piden y reciben directamente de la barra del boliche. A pesar de esa decisión, los hombres continuaron ofreciéndoles tragos de manera reiterada. En determinado momento, uno de ellos logró intervenir de manera directa en su bebida: le quitó el sorbete de su vaso y lo reemplazó por otro distinto, además de cambiarle el contenido sin que ella lo notara de inmediato. Al percatarse de la maniobra, Camila optó por deshacerse discretamente de la bebida, derramándola en el piso para evitar un riesgo mayor.
La situación, lejos de terminar allí, se volvió más angustiante cuando decidió retirarse del lugar. Según relató, mientras se dirigía hacia la salida, uno de los hombres comenzó a seguirla, lo que le generó un profundo temor. Para evitar un enfrentamiento directo, fingió que volvería más tarde y de esa manera consiguió finalmente salir del boliche.
Posteriormente, ya más tranquila, Camila decidió hablar con algunos de los empleados del local bailable. Ellos le señalaron que lo más recomendable hubiera sido denunciar la situación en el mismo momento para poder identificar rápidamente al agresor y expulsarlo del lugar. No obstante, ella insistió en difundir su experiencia como una forma de prevención y de concientización.
En el cierre de su relato, Camila dejó un mensaje claro que apunta a reflexionar sobre ciertas costumbres arraigadas en la vida nocturna: “Estamos acostumbradas a salir sin dinero porque siempre conseguimos quién nos invite algo para tomar, pero no debería ser así”, sostuvo, remarcando que contar con independencia económica a la hora de salir puede significar una forma de resguardar la seguridad personal frente a este tipo de intentos de abuso.