En su reciente autobiografía titulada Esperanza, publicada el mes pasado, el Papa Francisco dedica un emotivo pasaje a rememorar su vínculo con el célebre escritor argentino Jorge Luis Borges, un hombre que, según describe, siempre admiró profundamente.

La tapa original y el prólogo de Borges

La tapa original y el prólogo de Borges.

Francisco comienza relatando la admiración que sentía hacia Borges, no solo por su inmenso talento literario, sino también por el modo en que enfrentaba la vida, con una mezcla de sobriedad, profundidad intelectual y gran dignidad. En aquellos años tempranos de su carrera, cuando él mismo apenas contaba con 27 años y trabajaba como docente en el Colegio de la Inmaculada Concepción en Santa Fe, impartiendo clases de Literatura y Psicología, surgió la oportunidad de acercarse al escritor.

Durante ese período, había organizado un curso de escritura creativa dirigido a los alumnos. A modo de homenaje o reconocimiento, decidió enviarle a Borges dos cuentos escritos por sus estudiantes. Lo hizo a través de su secretaria personal, que curiosamente también había sido su antigua profesora de piano. A pesar de su juventud —y de que su apariencia lo hacía parecer aún más joven, al punto que sus alumnos lo apodaban «Carucha» en tono afectuoso—, se animó a escribirle a una figura consagrada de las letras.

Aunque Borges ya había perdido casi completamente la vista por aquel entonces, se tomó el tiempo de escuchar los relatos que le leyeron y, para sorpresa y alegría del joven Bergoglio, le resultaron muy agradables.

Prólogo de Bergoglio a la segunda edición de "Cuentos originales"

Prólogo de Bergoglio a la segunda edición de «Cuentos originales»

Impulsado por ese gesto, Francisco se animó a invitarlo a dar unas clases en su colegio sobre la figura del gaucho y su presencia en la literatura argentina. Para su asombro, Borges no solo aceptó, sino que accedió a emprender el largo trayecto que separa Buenos Aires de Santa Fe: un viaje de ocho horas en autobús que hizo con total humildad, a sus 66 años, sin mostrar pretensiones ni exigencias. Francisco subraya que Borges era capaz de conversar sobre cualquier tema, siempre con sencillez y sin asumir aires de superioridad.

Recuerda una anécdota especialmente significativa que ilustra la intimidad y la calidez de su trato: en una de aquellas visitas, llegaron tarde al colegio porque, al ir a buscarlo al hotel, Borges le pidió ayuda para afeitarse. El joven profesor accedió sin dudar, reafirmando el vínculo cercano que los unía más allá del plano profesional.

Francisco también rescata una faceta menos conocida del escritor: aunque Borges se consideraba agnóstico, había hecho la promesa a su madre de rezar un padrenuestro cada noche, compromiso que cumplía fielmente. Y cuando se acercó el final de su vida, aceptó recibir los sacramentos, gesto que el Papa interpreta como una señal de su profunda espiritualidad. A su juicio, solo un hombre de espiritualidad podía escribir palabras como estas:

Dos meses después de que Bergoglio asumiera como Sumo Pontífice, María Kodama le entregó en mano las Obras Completas de Borges

Dos meses después de que Bergoglio asumiera como Sumo Pontífice, María Kodama le entregó en mano las Obras Completas de Borges

« Abel y Caín se encontraron después de la muerte de Abel. Caminaban por el desierto y se reconocieron desde lejos, porque los dos eran muy altos. Los hermanos se sentaron en la tierra, hicieron un fuego y comieron. Guardaban silencio, a la manera de la gente cansada cuando declina el día. En el cielo asomaba alguna estrella, que aún no había recibido su nombre. A la luz de las llamas, Caín advirtió en la frente de Abel la marca de la piedra y dejó caer el pan que estaba por llevarse a la boca y pidió que le fuera perdonado su crimen. Abel contestó: “¿Tú me has matado o yo te he matado? Ya no recuerdo; aquí estamos juntos como antes”. “Ahora sé que en verdad me has perdonado —dijo Caín—, porque olvidar es perdonar. Yo trataré también de olvidar”».

El papa Francisco, a lo largo de los años, ha compartido en varias ocasiones su aprecio por la literatura, y especialmente por los autores clásicos. Sin embargo, una de las expresiones más claras y personales de esta inclinación apareció en 2024, cuando dirigió una carta a los seminaristas recomendándoles que se adentraran en la lectura de grandes escritores. En ese mensaje, no solo sugería la importancia de los clásicos, sino que mencionaba con énfasis nombres como Marcel Proust, T. S. Eliot y Jorge Luis Borges como lecturas esenciales.

En su escrito, Francisco hablaba de la lectura como un acto que va mucho más allá del entretenimiento o la adquisición de conocimientos: para él, sumergirse en las páginas de una novela o un poema clásico tiene un valor profundamente terapéutico. Según sus propias palabras, hallar una obra literaria significativa puede representar un refugio, una especie de oasis espiritual en medio del caos y las dificultades de la vida. En particular, mostraba una preferencia por los autores que abordan lo trágico de la existencia, ya que en sus textos se reflejan angustias y sentimientos universales. Francisco argumentaba que esas narraciones pueden resonar con nuestros propios conflictos, reflejar nuestra soledad, nuestros abismos internos, y ayudar a aliviar esas heridas desde lo simbólico.

Este interés por la literatura lo acompañó desde joven y se materializó también en sus prácticas pedagógicas. En 1965, cuando enseñaba Literatura y Psicología en el colegio de la Inmaculada Concepción de Santa Fe, invitó a dar clases a varios autores destacados de la literatura argentina. Entre ellos estaban María Esther Vázquez y María Esther de Miguel, esta última conocida por sus valiosas novelas de carácter histórico. Ese mismo año, el colegio también recibió la visita de Borges, un evento que con el tiempo adquiriría tintes casi míticos.

Esa visita de Borges a Santa Fe implicó un largo viaje desde Buenos Aires: unas ocho horas en autobús. A pesar de su estatura como escritor, Borges aceptó la invitación con gran humildad. Un detalle curioso de ese encuentro fue compartido por Jorge González Manent, quien en aquel entonces dirigía la revista institucional del colegio. González Manent relató una anécdota reveladora del vínculo cercano que se había forjado entre el joven Bergoglio y el reconocido autor. Contó que una mañana, cuando fueron a buscar a Borges a su hotel para acompañarlo a una actividad, Bergoglio subió a su habitación pero tardó más de lo habitual en bajar. Al reencontrarse con él, González Manent le preguntó con un gesto discreto qué había sucedido. Fue entonces cuando Jorge Mario, con una sonrisa cómplice, le explicó que había demorado porque Borges le había pedido que lo afeitara. Ese simple gesto de cuidado, tan íntimo y humano, evidenciaba una relación más allá del respeto académico.

Fruto de esa experiencia educativa surgió una obra colectiva que recopilaba los mejores relatos producidos por los estudiantes del colegio. El libro fue titulado Cuentos Originales y tenía un prólogo escrito por el mismísimo Borges, lo que representó un reconocimiento extraordinario para los jóvenes autores.

Este prólogo no solamente lo es de este libro, sino de cada una de las aún indefinidas series posibles de obras que los jóvenes aquí congregados pueden, en el porvenir, redactar.

Ahí está todo. El Borges que no pontifica, sino que augura. Que en lugar de dejar sentencias, abre puertas. Imaginamos siempre a Borges como el anciano erudito, encerrado en laberintos de espejos y bibliotecas infinitas. Pero hay otra versión: la del hombre que en un colegio jesuita se tomó en serio los cuentos adolescentes de un grupo de estudiantes y les dejó una promesa escrita. Como si bendijera, sin decirlo, la posibilidad de escribir.

Años más tarde, en agosto de 2010, ya cuando Jorge Bergoglio ocupaba el cargo de Arzobispo de Buenos Aires, un grupo de esos antiguos alumnos decidió reunirse con él. Veinte de ellos, acompañados por sus parejas, viajaron para volver a compartir un momento con su antiguo profesor.

Uno de los asistentes a ese emotivo encuentro, José María Candioti, evocó años después lo que Bergoglio les dijo al cerrar aquella reunión. Según su testimonio, el entonces arzobispo agradeció profundamente la visita y les expresó que ese reencuentro lo había fortalecido emocionalmente. Les pidió que lo tuvieran presente siempre, y les confió que, sin importar el lugar donde la vida lo llevara o la función que desempeñara, él seguiría pensando en ellos. Les aseguró que cada vez que se refiriera a sus alumnos o discípulos, tendría presente ese grupo con el que compartió experiencias tan valiosas en sus comienzos como educador.

Años después, esas palabras adquirirían un nuevo significado: aquel maestro que ayudó a afeitar a Borges y que impulsó a sus estudiantes a escribir terminó siendo el líder de la Iglesia Católica. Su aprecio por la literatura, y especialmente por los clásicos, no fue una mera afición personal, sino una herramienta espiritual que supo transmitir a lo largo de toda su vida.

Comparte esta noticia

Por Tucumán en las REDES

El diario digital de los tucumanos

0 0 votes
Article Rating
Subscribe
Notify of
guest
0 Comments
Oldest
Newest Most Voted
Inline Feedbacks
View all comments
¡Bienvenido a Tucumán en las REDES, estimado usuario!Usted está viendo www.tucumanenlasredes.com. Le da un control total sobre los datos que recogemos y usamos... es el valor principal de nuestro diario digital, ¡y es su derecho!🍪 Puede cambiar sus preferencias de cookies en cualquier momento.Con su acuerdo, nosotros y nuestros socios usamos cookies o tecnologías similares para almacenar, acceder y procesar datos personales como su visita en este sitio web. Puede retirar su consentimiento u oponerse al procesamiento de datos basado en intereses legítimos en cualquier momento. Nosotros y nuestros socios hacemos el siguiente tratamiento de datos: Anuncios y contenido personalizados, medición de anuncios y del contenido, información sobre el público y desarrollo de productos, Personalised content, content performance measurement, audience data, and product development, Storing and/or accessing information on a terminal,     Configurar y más información
Privacidad