Julio César Grassi, el sacerdote condenado por abuso sexual infantil, había solicitado su liberación condicional tras haber cumplido dos tercios de su sentencia de 15 años. Sin embargo, la justicia rechazó su solicitud de forma unánime. Actualmente, Grassi, de 68 años, permanece en la Unidad Penitenciaria N° 41 de Campana, en un pabellón destinado a reclusos con buen comportamiento. Este jueves, participó virtualmente en una audiencia para defender su caso, dado que recientemente obtuvo su título de abogado mientras estaba en prisión.
En la audiencia, que comenzó a las 11 de la mañana y fue pública, Grassi optó por representarse a sí mismo en lugar de contar con un abogado. Expuso que planea trasladarse a un country en José C. Paz si se le concede la libertad anticipada. Grassi mencionó que su hermano y su cuñada se encargarían de su cuidado, mientras que otro hermano asumiría sus gastos. Durante su intervención, afirmó: «Soy inocente» y adelantó que interpondrá una «acción de revisión» de la sentencia, a pesar de que esta ya ha sido confirmada por la Corte Suprema.
Grassi argumentó que su vocación es ayudar y que, como abogado, está comprometido a defender a los desfavorecidos. También indicó que será la Iglesia quien decida su posible traslado a otro lugar. Sin embargo, tanto el fiscal Hugo Ravizzini como el abogado de una de las víctimas, Sergio Piris, se opusieron firmemente a su liberación. Piris manifestó: «Señor Grassi, usted no puede estar en libertad bajo ningún punto de vista».
El tribunal, compuesto por la jueza Mariana Maldonado y los jueces Juan Carlos Uboldi y Claudio José Chaminade, rechazó por unanimidad la solicitud de libertad condicional de Grassi. De acuerdo con su condena, Grassi debería cumplir su pena hasta el 30 de mayo de 2028. Aunque en un momento se podría haber beneficiado del «2×1» que fue derogado, su condena se extendió en 2022 debido a la decisión de la Cámara de Apelaciones de Morón.
Grassi ha recurrido varias veces las decisiones judiciales y ahora ha decidido representar su propio caso, deshaciendo su equipo legal. A pesar de haber cumplido una década en prisión en mayo, lo que representa dos tercios de su condena, su solicitud de libertad anticipada fue denegada.
Durante su tiempo en prisión, la Iglesia Católica no ha expulsado a Grassi del clero, aunque el ex obispo de Morón, monseñor Luis Eichhorn, le prohibió el ejercicio del sacerdocio. El Vaticano realizó una investigación sobre las acusaciones contra él, pero nunca tomó una decisión definitiva. En su reciente petición para salir de la cárcel, Grassi manifestó su intención de seguir realizando misas y continuar con sus funciones sacerdotales.
Grassi ha gozado de una notable impunidad debido a su influencia y popularidad. La primera denuncia en su contra data de 1991 en Mercedes, aunque la causa fue archivada. A lo largo de los años, se acumularon varias denuncias adicionales por abusos cometidos en su fundación, Felices los Niños. A pesar de que un informe del programa Telenoche Investiga en 2002 reveló estos abusos, Grassi fue finalmente condenado en 2009, aunque fue absuelto de otros cargos. No fue encarcelado hasta 2013, y en 2014, se descubrió que había desviado donaciones destinadas a su fundación.