Un reciente estudio nacional sobre estudiantes de enseñanza media puso en evidencia un cambio radical en los hábitos de consumo de los adolescentes, con implicancias preocupantes para la salud pública. La Séptima Encuesta Nacional a Estudiantes de Enseñanza Media, coordinada por la Sedronar y con participación de Tucumán a través de la Secretaría de Estado de Políticas Integrales sobre Adicciones, relevó a más de 5.100 alumnos de entre 11 y 17 años en 42 escuelas públicas y privadas. Los resultados muestran que las bebidas energizantes se consolidaron como el producto más consumido por los jóvenes, superando al alcohol y al tabaco, que históricamente lideraban las estadísticas. En Tucumán, el 75% de los estudiantes admitió consumir energizantes, una cifra inédita que preocupa a los especialistas debido a la percepción mínima de riesgo y al uso cotidiano durante el día para estudiar, rendir exámenes, entrenar o mantenerse despiertos.
El informe también evidencia que, aunque el alcohol mantiene una elevada prevalencia (72%) y con una edad de inicio que descendió a los 13 años, otras prácticas como el vapeo (35%) ya superan al tabaco convencional (28%). Otras sustancias como marihuana (17%), cocaína (4%) y paco (1,5%) permanecen presentes, aunque con menores porcentajes. Además, se detectó un aumento en los juegos de azar entre adolescentes, especialmente las apuestas online, donde un 35% de los varones y un 17% de las mujeres reconocieron haber participado alguna vez, revelando un riesgo temprano de conductas adictivas.
Desde el punto de vista de la salud, los energizantes representan un peligro no menor. Expertos como el cardiólogo Luis Aguinaga advierten que la cafeína en estas bebidas puede elevar la presión arterial y la frecuencia cardíaca, además de inducir arritmias, especialmente en adolescentes cuyos órganos aún se encuentran en desarrollo. Un consumo frecuente puede impactar en el manejo de impulsos y en el autocontrol de los jóvenes, con efectos a largo plazo sobre su bienestar físico y emocional.
El relevamiento también puso en relieve un problema menos visible: la soledad emocional. Casi uno de cada cuatro estudiantes indicó no acudir a nadie ante un problema, mientras que el 48% busca apoyo en amigos, el 18% en la madre, el 15% en el padre y apenas el 3% en docentes. Este aislamiento se relaciona con mayores riesgos de ansiedad, depresión y conductas de ideación suicida.
A lo largo de once años, se observa un panorama preocupante: el consumo de energizantes creció un 36%, las edades de inicio bajaron, el vapeo se normalizó y las apuestas online se consolidaron como un problema emergente. Ante esta realidad, Tucumán reforzó la red de Centros de Atención Primaria en Adicciones (CEPLAS) y fortaleció los programas de prevención escolar, adoptando un enfoque integral que aborda no solo el consumo de sustancias, sino también la salud mental y la vulnerabilidad emocional desde edades tempranas.
Según Lucas Haurigot Posse, secretario de Estado de Políticas Integrales sobre Adicciones de Tucumán, el desafío no es únicamente qué consumen los adolescentes, sino comprender las razones detrás de sus conductas. La encuesta confirma que muchas adicciones, con o sin sustancias, se originan en el malestar emocional, un dato que interpela directamente al sistema educativo, a las familias y al sistema de salud. En este contexto, la prevención y la educación se presentan como herramientas esenciales para intervenir de manera temprana y minimizar los riesgos asociados a estas nuevas conductas de consumo.