La falta de agua en Tucumán ha alcanzado niveles críticos después de un fin de semana sofocante sin el alivio de lluvias que puedan reponer los cauces de ríos secos, como el Cadillal en niveles inusualmente bajos, y las napas subterráneas agotadas que no logran satisfacer la demanda de una población que se enfrenta a sentimientos de desesperación e impotencia.
En este escenario, Villa Carmela se une dramáticamente a la creciente lista de localidades afectadas por este fenómeno, con el epicentro del problema localizado en el barrio El Mirador y ramificaciones que afectan a otras áreas de la comuna, donde la situación se agrava.
Martín Aguirre, residente de la zona afectada por la escasez de agua, expresó su frustración al afirmar que ha presentado reclamos los días sábado, domingo y lunes sin obtener respuestas. La situación se vuelve insostenible, y su voz refleja la desazón compartida por muchos residentes de distintos barrios del Gran San Miguel de Tucumán, que luchan por sobrellevar este grave problema.
Yonatan Páez, del barrio El Bosque, después de varios días sin acceso al agua, optó por mudarse con su familia hasta que la situación se resuelva en su barrio. Otros residentes se enfrentan a la escasez de agua durante la noche, cuando apenas fluye un pequeño chorro, y recurren a estrategias como comprar bombas para llenar sus tanques cuando el suministro de agua se restablece en horas tempranas de la madrugada.
Quienes permanecen en sus hogares han subsistido gracias a la ayuda de camiones que han bombeado agua a los tanques de las casas, manteniendo la esperanza de que se cumpla la promesa de un nuevo pozo que aliviará la situación, aunque con un plazo incierto de «unos días».
María Eugenia Bobba, residente del barrio Padilla, denuncia que ha pasado más de un mes con escasos suministros de agua y sin respuestas a sus reclamos. La situación afecta la vida diaria de miles de residentes en distintos barrios de la capital y del interior tucumano, quienes enfrentan serias dificultades para realizar tareas cotidianas como bañarse, usar los inodoros y disponer de agua para el consumo. La ola de calor intensifica el sufrimiento, con temperaturas que superan los 35 grados, y todos describen un patrón común: durante el día, prácticamente no tienen acceso a agua, y la presión aumenta apenas en la noche. Este panorama ha llevado a algunos residentes a gastar su escaso presupuesto en la compra de bidones, ya que la vida sin agua se ha vuelto insoportable./Fuente: Los Primeros