Valentina Olguín, una joven santiagueña de 26 años, se hizo un nombre tanto en el mundo de la música como en el de las redes sociales, donde logró destacarse como influencer de moda. Su popularidad creció rápidamente, especialmente entre los jóvenes de su provincia natal. “Muchos la siguen porque es linda y recién está triunfando en la música. Pensábamos que podría llegar lejos, pero con esto, chau carrera”, lamentó Sofía Mirabal, una estudiante universitaria que la seguía desde Santiago del Estero.
Sus inicios en la escena musical se remontan a su participación en la banda “Dame 5”, un grupo de “cumbia cheta” que alcanzó notoriedad especialmente en Uruguay. Sin embargo, Olguín decidió abandonar la formación para emprender su camino como solista. Su estrategia fue empezar a compartir covers a través de Instagram, plataforma donde hoy cuenta con una audiencia de más de 423.000 seguidores.
Entre los hitos recientes de su trayectoria artística, se destaca su actuación en el Movistar Arena interpretando el tema “Aventura” junto al grupo Q’ Lokura, en el marco de un festival que también contó con artistas como Ángela Leiva, La Konga y Oliva Wald. Esta misma colaboración volvió a repetirse durante el evento de cierre del Cosquín Cuarteto, que reunió a más de 25.000 asistentes.
Olguín también ha aparecido en videos junto a otros jóvenes músicos, que suelen invitarla a participar de sus shows. Sus allegados y seguidores indicaron que reside gran parte del tiempo en Buenos Aires para cumplir con compromisos laborales, aunque también pasa temporadas en Córdoba. A pesar de sus constantes viajes, siempre vuelve a Santiago del Estero, lo que muchos veían como una muestra de fidelidad a sus raíces. “Lo que tiene es que nunca se olvidó de sus orígenes. No puedo creer lo que me estás comentando. ¿En serio que puede ir presa?”, expresó con sorpresa Sofía Mirabal al enterarse del escándalo.
Sin embargo, una investigación reciente reveló un costado desconocido de su actividad: desde hace aproximadamente cinco años, Olguín habría estado involucrada en la comercialización de ropa. Aprovechando sus visitas frecuentes a Miami por cuestiones artísticas, habría establecido acuerdos con proveedores para promocionar las prendas que vendía, obteniendo a cambio beneficios como importantes descuentos y facilidades de pago. No obstante, al exceder el límite de compras permitido, habría comenzado a utilizar datos de terceros para continuar con sus envíos, entre ellos, datos pertenecientes a gobernadores.
Su contenido en redes sociales, especialmente en TikTok, solía incluir presentaciones de sus atuendos, combinaciones de vestuario, y descripciones sobre los materiales utilizados. Lo hacía tanto posando como cantando o explicando aspectos técnicos de las prendas. Sin embargo, nunca informaba en sus cuentas que las piezas estaban a la venta. María Laura Vázquez, una de sus clientas, explicó cómo funcionaba el sistema: “Se la contactaba por las redes, concretabas una cita y le compraba. Me imagino que eso era por una cuestión impositiva”.
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