La decisión del Ministerio de Salud de la Nación de derogar el decreto que habilitaba el uso de las fotos de las recetas enviadas por WhatsApp o correo electrónico abrió un mar de interrogantes. La medida entró en vigor de forma inmediata y dejó a miles de pacientes con recetas en el celular que ya no podrán usar. Muchos tendrán que volver a pedir la versión analógica. Otros están llamando a los consultorios para pedir las prescripciones digitales, esas que se emiten desde un software especializado, pero se encuentran con que incluso los médicos que contaban con esa herramienta, en su mayoría no podrán recetar por no tener certificada su firma. Y cuando les preguntan, los mismos médicos desconocen si las recetas que emiten les servirán.
Mediante un comunicado, el Ministerio de Salud de la Nación, confirmó que “en acuerdo con asociaciones farmacéuticas, el Consejo de Obras y Servicios Sociales Provinciales de la República Argentina y la Superintendencia de Salud, se definió que a aquellos pacientes con enfermedades crónicas que venían utilizando esta modalidad hasta hoy, se les aceptará la foto de la receta en las farmacias hasta el próximo 28 de febrero, para facilitar el proceso de transición”.
Qué tienen que hacer los médicos
En la práctica, los médicos deben, primero que nada, concurrir a un ente certificante y registrar su firma digital: alguna empresa habilitada oficialmente, una suerte de escribanía digital. Allí se generará un token, que se almacena en un pendrive. Ese será el nuevo sello digital del médico. Con ese dispositivo, desde cualquier computadora en la que tenga el software habilitado (hay varios en el mercado y en unas semanas habrá uno que está desarrollando el Ministerio de Salud), podrá emitir una receta virtual, que además de su firma llevará un código de barras.
El PAMI, que según informan en el Ministerio de Salud concentra el 40% de las prescripciones médicas, ya tiene su propio sistema: el afiliado concurre a la farmacia solo con número de documento y en su perfil ya está cargada la medicación. También IOMA cuenta con su sistema, lo mismo que otras obras sociales provinciales. OSDE, por su parte, hace seis meses implementó su programa de recetas virtuales, aunque solo puede emitirse dentro de una consulta virtual.
Desde el Ministerio de Salud sostienen que el alcance de la medida se limita a la prescripción para farmacia y que no afecta a las órdenes para estudios médicos. Pero será la financiadora (la prepaga) o el centro médico el que deberá decidir si la acepta o no. Por lo cual, muchos optarán por llevarla en papel para no perder el turno.
Analía Agüero es ginecóloga y, desde que empezó la pandemia, siguió la recomendación de una colega e incorporó la receta digital. Optó por la plataforma DoctorApp y afirma que, desde entonces, su trabajo se agilizó mucho. “Para los pacientes puede al principio resultar desconcertante, pero es más ágil y permite al médico tener un control y un registro. Es más sencillo que hacer una receta de papel y enviarla por WhatsApp. Es parte de la telemedicina que llegó para quedarse”, sentencia.Fuente:/La Nacion