La casa en la calle Chacabuco 59 fue el lugar de un crimen misterioso y ahora es considerada un lugar lúgubre. La clave del asesinato podría estar relacionada con la dueña de la propiedad.
La casa tiene dos locales comerciales, una vivienda, tres monoambientes y una piscina. En 2010, su valor era de U$S 10 millones.
La propiedad estaba registrada como bien familiar y solo podía ser vendida con el consentimiento de todos los propietarios. Los investigadores no descartan una disputa por la propiedad como motivo del crimen.
Después del divorcio, hubo una batalla legal en la que la mujer fue perjudicada por sus abogados. Uno se quedó con un automóvil y el otro intentó cobrar sus honorarios rematando la casa.
Picciuto fue más afectada por la decisión de la jueza de otorgar la custodia de su hija a su abuela materna debido a su adicción a los psicofármacos. Picciuto luchó contra esta decisión sin éxito.
Después de los problemas legales, Gaby intentó seguir adelante con su vida. Comenzó a estudiar para ser azafata, pero enfrentó restricciones,
Pero la medida de restricción impuesta por su propia madre para que no viera a su hija fue demasiado para ella.
La mujer terminó hundiéndose en un laberinto de drogas y malas compañías, rodeada de personas que entraron en su vida de diferentes maneras, conformando la maraña de relaciones tóxicas que ahora la justicia trata de desentrañar para esclarecer el crimen./Fuente:Contexto