El mundo del fútbol se conmocionó cuando se confirmó el resultado positivo en una prueba de dopaje de Alejandro «Papu» Gómez, justo días antes del inicio de la Copa Mundial de Qatar 2022. El control antidopaje sorpresa fue realizado por el Sevilla, y el mediocampista argentino había argumentado que se debió al uso de «un medicamento de sus hijos».
En un comunicado reciente del Monza, se reveló que la sustancia en cuestión es terbutalina, que se utiliza comúnmente como broncodilatador y se encuentra en jarabes para la tos. La especulación previa sugería que podría tratarse de codeína.
Papu Gómez admitió en su defensa que había tomado una medicación sin consultar a los médicos del club, pero afirmó que se trataba de un jarabe destinado a sus hijos.
La terbutalina se emplea típicamente junto con otros medicamentos para reducir la tos y aliviar los síntomas, aunque no aborda la causa subyacente ni acelera la recuperación.
El control antidopaje y la detección de esta sustancia fueron llevados a cabo por la agencia antidopaje de la UEFA.
Las regulaciones antidopaje son claras, y se espera que los deportistas consulten la Lista de Prohibiciones de la Agencia Mundial Antidopaje (AMA). No se considera un atenuante el argumento de que un médico proporcionó una asesoría deficiente en caso de infracción, ya que el deportista es en última instancia el responsable de lo que ingiere en su organismo.
Existen excepciones para los atletas que, por razones médicas legítimas, necesitan consumir una sustancia o utilizar un método prohibido que figura en la lista, siempre y cuando cumplan con las condiciones establecidas en el Estándar Internacional para la Autorización de Uso Terapéutico (EIAUT). En tales situaciones, la autorización de uso terapéutico (AUT) les permite recibir el tratamiento sin riesgo de sanciones si se detecta una sustancia prohibida en un control antidopaje.