En la actualidad, el panorama para los taxistas tucumanos es cada vez más desalentador, especialmente en horarios que históricamente eran los más productivos. La escasez de pasajeros en las llamadas “horas pico” es apenas uno de los múltiples indicadores que revelan el deterioro creciente del sector. Carlos, un conductor con años al volante, lo resume con amargura: “Ayer hice solo ocho viajes, y antes de ayer fue igual. No es algo excepcional, es la realidad de todos los días”. A su alrededor, varios colegas asienten y coinciden en la palabra que se ha convertido en el grito silencioso de la profesión: “desleal”. Con esta expresión, hacen referencia a lo que consideran una competencia injusta proveniente de plataformas digitales como Uber y DiDi, que han desembarcado con fuerza en Tucumán.
Uno de los testimonios más conmovedores lo ofreció José, otro taxista entrevistado por LG Play, quien no necesitó muchas palabras para transmitir la crudeza de su situación. Abrió su billetera después de dos horas de trabajo: “Desde las seis de la mañana solo tengo $4.000”. Y con frustración añadió que debe abonar $45.000 diarios por el alquiler del vehículo. “Así no se puede seguir”, expresó con impotencia. José también explicó que antes podía permitirse descansar los domingos, pero hoy en día necesita salir a trabajar todos los días para cubrir sus necesidades básicas. “Tengo que sostener a mi hija, a mi esposa, y también pagar el alquiler, la luz y el internet. Cada vez es más difícil”, detalló.
Frente a esta crisis, las respuestas de los trabajadores del volante están divididas. Algunos se resisten a migrar al sistema de aplicaciones móviles, aferrándose a su identidad profesional como taxistas. “No quiero trabajar con la app. No le veo sentido”, comenta uno con convicción. Sin embargo, otros comienzan a ver esa opción como una posible salida ante la falta de ingresos. “Voy a tener que aprender. Muchos no se suman por desconocimiento, no porque no quieran”, admite otro chofer, que reconoce la necesidad de adaptarse a un mercado cambiante.
La crisis del taxi, sin embargo, no puede explicarse únicamente por la irrupción de la tecnología. Los propios trabajadores coinciden en que se trata de una combinación de factores: el incremento general del costo de vida, la suba constante de tarifas y la escasez de efectivo en circulación son elementos que afectan a todos. Incluso el transporte público de colectivos, según afirman, está circulando con menor cantidad de pasajeros. “Está todo mal”, concluyen.
Actualmente, el valor de la bajada de bandera es de $900 y cada ficha cuesta $90, lo que hace que para muchos usuarios tomar un taxi se haya vuelto un lujo difícil de costear. El debate en torno a la regulación de las aplicaciones de transporte continúa sin una definición concreta. Aunque existe un proyecto en la Legislatura tucumana, su discusión fue aplazada para después de las elecciones provinciales de octubre. Voces cercanas al ámbito legislativo indican que se trata de un tema políticamente delicado, con potencial impacto electoral, por lo que se espera que recién en noviembre vuelva a estar sobre la mesa.
En medio de esta incertidumbre, los taxistas siguen saliendo a trabajar día tras día, tratando de no perder la esperanza. José, con evidente cansancio reflejado en su rostro y marcado por el esfuerzo de trabajar sin descanso de lunes a lunes, sintetiza el sentimiento de muchos: “El taxi es un buen laburo, pero estamos atravesando el peor momento”.