En las inmediaciones del Complejo Belgrano, el clima que se vivió fue de creciente malestar, marcado por la impaciencia y el descontento generalizado. Desde las primeras horas del día, una multitud se reunió sobre la avenida Sáenz Peña con la esperanza de concretar el reemplazo de la Tarjeta Ciudadana por la nueva Tarjeta Independencia, un trámite que se convirtió en una odisea debido a la interrupción inesperada del operativo, provocada por la falta de plásticos disponibles.
La Asociación de Empresarios del Transporte Automotor de Tucumán (AETAT) confirmó que el stock previsto se agotó más rápido de lo calculado, lo cual detonó la ira y la decepción entre quienes aguardaban desde hacía horas. La escena se tornó caótica, con largas filas bajo el sol, sin respuestas claras ni garantías de atención. Cristina, una trabajadora que se dirigió al lugar tras cumplir su jornada laboral, expresó su malestar: “Es una falta de respeto”, sintetizó, indignada al enterarse de que ya no se estaban entregando tarjetas.
La situación afectó a diversos sectores de la población, desde jubilados hasta estudiantes universitarios y empleados que dependen del transporte público. Desde AETAT explicaron que la campaña de canje preveía distribuir 20.000 tarjetas a lo largo de tres días. Sin embargo, la afluencia superó lo previsto y a las 11 de la mañana ya se había cerrado el ingreso al predio. En un intento de paliar la situación, se comunicó que el miércoles estarían disponibles 3.000 tarjetas adicionales, que se entregarán con un límite de una por persona, para evitar nuevas concentraciones masivas.
Pero la medida fue considerada insuficiente por muchos. Una joven que estudia en la Facultad de Filosofía relató su experiencia con frustración: “Llegamos a las ocho de la mañana. Después, dejaron de repartir números. A algunos les dieron y a otros no. Todo fue arbitrario, sin control”. Las quejas se multiplicaron con relatos similares.
El malestar se reflejó en los testimonios de quienes vivieron el operativo como una experiencia agotadora y humillante. Eduardo, un hombre de 80 años que esperó desde las nueve, se quejó de la falta de información y de la indiferencia de las autoridades. “La intendenta dijo que ayer se entregaron 10.000 tarjetas y hoy otras 10.000. Pero acá nadie se hace responsable. Mientras nosotros sufrimos el calor, adentro están tomando café”, denunció. Otro vecino agregó, con suspicacia: “Dicen que no hay más tarjetas, pero vimos a gente salir con ellas. ¿Qué pasó con las que faltan?”
Muchos de los asistentes coincidieron en dos reclamos fundamentales: la carencia de organización y el trato desigual recibido. Se mencionó que hubo personas que, por su vínculo con personal del operativo, lograron ingresar sin respetar el orden o las restricciones impuestas. “Las personas mayores fueron ignoradas. Había mujeres con bastones esperando de pie durante horas. Y ahora nos piden que regresemos mañana”, se quejó otra vecina con impotencia.
Desde el ámbito oficial, Jorge Berreta, vicepresidente de AETAT, dio explicaciones al respecto. “Lamentamos profundamente lo ocurrido. El compromiso asumido fue entregar 20.000 tarjetas, y eso se está cumpliendo. Mañana vamos a sumar 3.000 más para cubrir lo que resta”, sostuvo. También reconoció que podrían haber existido fallas logísticas, y se comprometió a revisar el procedimiento. No obstante, dentro del Complejo Belgrano, el personal mantenía un estricto silencio, evitando cualquier tipo de declaración.
El apuro por conseguir la nueva tarjeta no es menor: la Tarjeta Ciudadana dejará de funcionar el 1° de mayo, lo que significa que quienes no consigan hacer el cambio antes de esa fecha quedarán excluidos del sistema de transporte público, sin una alternativa viable a corto plazo. La desorganización del operativo no solo dejó en evidencia falencias logísticas, sino que además expuso la falta de sensibilidad hacia sectores vulnerables, quienes ahora enfrentan la incertidumbre de no saber si podrán viajar en los próximos días.