La problemática que atraviesa el sistema de colectivos en Tucumán ha dado lugar a la rápida expansión de un fenómeno que gana cada vez más terreno: Uber Moto. Esta plataforma, que actualmente cuenta con cerca de 5.000 conductores en la provincia, se ha convertido en la opción preferida por miles de usuarios que han abandonado el transporte público, el cual se caracteriza por su alto costo, baja eficiencia y disminución constante de pasajeros.
Leonardo, un trabajador de 50 años, ejemplifica esta tendencia: “Como gastronómico trabajaba 12 horas para ganar $15.000. En ocho horas como chofer de Uber Moto hago $32.000”. Su experiencia refleja cómo muchos ciudadanos encuentran en las motos conectadas a la aplicación un ingreso rápido y flexible, en un mercado laboral formal que se vuelve cada vez más restrictivo y exigente.
La crisis del transporte colectivo se intensificó a raíz de la pandemia. Mientras que en 2019 se vendieron 55,6 millones de boletos en San Miguel, en 2020 la cifra se desplomó a 18,4 millones. Desde entonces, el sector nunca logró recuperar los niveles previos: en 2024 apenas se vendieron 30,6 millones de pasajes, lo que representa una caída del 25,8% respecto al año anterior. Algunos empresarios del rubro indican que la disminución es aún más marcada: entre octubre de 2024 y junio de 2025, la venta de boletos plenos cayó un 41,4%, reflejando una pérdida generalizada de usuarios.
Este retroceso en el transporte público se traduce en calles saturadas de motos, tránsito congestionado y colectivos con asientos vacíos. Si bien Uber Moto no es la causa inicial del colapso, sí constituye la consecuencia más visible de la situación. Su rápida expansión se debe a la facilidad para registrarse —solo se exige ser mayor de edad, poseer licencia, seguro y un vehículo del año 1998 en adelante—, sumada a la ausencia de controles rigurosos, lo que ha permitido un crecimiento acelerado de la plataforma.
No obstante, la seguridad sigue siendo un desafío importante. Se han detectado conductores que circulan sin casco adicional, con motos de baja cilindrada o sin la documentación requerida. Algunos choferes incluso abandonan pasajeros a mitad de camino o incumplen normas básicas, generando desconfianza en los usuarios.
La paradoja que se presenta es clara: la debilidad del transporte público impulsa a más ciudadanos hacia las aplicaciones de movilidad, y, al mismo tiempo, el crecimiento de estas plataformas profundiza la crisis del sistema formal. Los empresarios advierten que, si los colectivos colapsan por completo, los viajes en aplicaciones dejarán de ser económicos debido a la presión de la oferta y la demanda, lo que elevaría las tarifas de manera significativa.
En medio de este panorama, los conductores de Uber Moto reclaman una regulación que contemple los intereses de todos los actores involucrados y no se limite a fines políticos. Mientras tanto, los tucumanos continúan eligiendo la rapidez y conveniencia de este servicio, que, a pesar de sus cuestionamientos, se percibe como más confiable que esperar un colectivo atrapado en la ineficiencia del sistema.
