El cuerpo del papa Francisco fue trasladado finalmente desde la Plaza San Pedro, en el Vaticano, hacia la basílica de Santa María la Mayor para ser sepultado, en un emotivo cortejo que recorrió seis kilómetros atravesando el corazón de Roma. A lo largo de este trayecto, miles de personas se congregaron desde las primeras horas del día, ubicándose detrás de las vallas de seguridad, para poder despedirse del pontífice antes de su descanso final. El féretro, colocado en un automóvil especialmente preparado, fue visible en todo momento para la multitud que lo acompañó con muestras de respeto y emoción.

El camino elegido para el traslado retomó en parte el antiguo recorrido de la Via Papalis, la ruta histórica que seguían los papas recién electos en su trayecto entre la Basílica de San Pedro y la de San Juan de Letrán, sede episcopal de Roma. Durante el trayecto, el cortejo pasó frente a varios puntos emblemáticos de la ciudad, entre ellos el imponente Coliseo romano, la galería Príncipe Amadeo de Saboya y los históricos Foros Imperiales, para luego llegar a la plaza ubicada frente a la basílica de Santa María la Mayor. Allí, un grupo compuesto por personas en situación de vulnerabilidad —entre ellas indigentes, víctimas de trata, personas trans y presos beneficiados con permisos especiales— esperó para recibir los restos del papa.

Como parte del operativo de seguridad, desde el viernes previo al funeral se había restringido el tránsito vehicular en toda la zona, en previsión de la masiva concurrencia. Además, se instalaron cuatro pantallas gigantes que permitieron a los fieles seguir tanto la ceremonia religiosa como el avance del cortejo a lo largo de su extenso recorrido.

El desplazamiento del féretro se realizó de forma lenta y solemne, a un ritmo casi peatonal, lo que permitió que los asistentes pudieran despedir al pontífice a su paso. La procesión atravesó los lugares más icónicos de la capital italiana: partiendo desde la Plaza San Pedro, pasó junto al Coliseo —escenario tradicional del Vía Crucis en cada Viernes Santo—, luego avanzó por la galería Pasa y el Corso Vittorio Emanuele. Al llegar a la Plaza Venecia, el cortejo giró hacia los Foros Imperiales, y después continuó por la Via Labicana. Finalmente, tras recorrer la Via Merulana, se llegó a la plaza frente a la basílica de Santa María la Mayor, con la silueta de San Juan de Letrán destacándose al fondo.

Así culminó el último viaje del papa Francisco por las calles de Roma, acompañado por el fervor y la gratitud de una multitud conmovida.

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