Atlético Tucumán logró una victoria significativa al imponerse con claridad sobre Independiente, no solo en el marcador, sino también desde el juego. El triunfo por 2 a 0 representó mucho más que tres puntos: fue una muestra de carácter por parte del equipo tucumano y una dura advertencia para su rival, que evidenció limitaciones preocupantes. En contraste con la solidez y efectividad del conjunto local, el equipo de Avellaneda mostró una imagen deslucida, con falencias tácticas y físicas, producto de un calendario cargado y de un plantel que comienza a dar señales de desgaste.

El entrenador de Independiente, Julio Vaccari, decidió rotar su equipo y preservó a varios de los habituales titulares, buscando distribuir esfuerzos en medio de una exigente seguidilla de partidos. La determinación, si bien lógica en términos de gestión física, terminó siendo contraproducente en lo futbolístico. El equipo alternativo careció de cohesión, perdió solidez y no logró plasmar una idea clara dentro del campo de juego. El antecedente inmediato —otro equipo mixto en el empate ante Lanús luego del viaje a Bolivia— ya había dado señales de alerta. Esta vez, en el estadio José Fierro, el experimento fracasó rotundamente.

A las ausencias forzadas por lesiones —como las de Pablo Galdames y Gabriel Ávalos, ambos con desgarros— y la suspensión de Luciano Cabral, se sumaron las decisiones tácticas de no arriesgar a Sebastián Valdéz, Álvaro Angulo, Iván Marcone y Lautaro Millán. Estas bajas fueron demasiado pesadas para un Independiente que, con nombres alternativos como Franco Paredes, Adrián Sporle, Fernández Cedrés, Federico Mancuello, Santiago Hidalgo y Matías Giménez Rojas, no logró sostener el nivel que venía mostrando desde la llegada de Vaccari. Los futbolistas que ingresaron no solo no aportaron soluciones, sino que quedaron desdibujados, mostrando una preocupante falta de ritmo competitivo.

Durante los primeros 45 minutos, el dominio fue claro por parte de Atlético Tucumán. El equipo local fue más agresivo, más ordenado y supo aprovechar sus momentos. Mientras tanto, Independiente se mostró sin rumbo: careció de generación de juego, no conectó en ataque y fue superado con facilidad en el medio campo. Una pérdida de pelota de Matías Giménez Rojas en una zona clave permitió que los tucumanos armaran una contra letal. Kevin Lomónaco no llegó a cerrar a tiempo sobre Ramiro Ruiz Rodríguez, quien asistió a Mateo Bajamich para que este, ingresando solo por la derecha, definiera ante Rodrigo Rey y abriera el marcador.

El desarrollo del partido evidenció las limitaciones de un Independiente sin ideas. No hubo asociaciones, los pases fueron escasos y erráticos, y el equipo nunca logró encontrar el camino para vulnerar a su rival. Felipe Loyola fue una de las pocas voluntades individuales, pero estuvo demasiado aislado. Fernández Cedrés no pudo contener en el mediocampo y Federico Mancuello pasó completamente desapercibido. La línea ofensiva, por su parte, casi no tuvo contacto con la pelota, lo que dejó al equipo sin profundidad.

Para el complemento, el técnico decidió apostar fuerte y realizó los cinco cambios disponibles. Ingresaron varios de los nombres que suelen ser titulares, como Valdéz, Marcone, Angulo y Millán, con la intención de torcer el rumbo del encuentro. Sin embargo, más allá de un leve adelantamiento en el campo y algunos intentos sin demasiado peligro, el equipo no logró cambiar la dinámica. La falta de contundencia se mantuvo y, para colmo, Atlético supo esperar su momento para liquidar el pleito. A través de un contragolpe bien ejecutado, el “Loco” Díaz convirtió el segundo tanto y selló el resultado definitivo.

La derrota para Independiente no solo representa un traspié en la tabla —complicando seriamente su posibilidad de finalizar como líder en la Zona B del Torneo Apertura—, sino que también deja expuestas las debilidades estructurales del plantel. Las alternativas no ofrecen garantías, los titulares llegan con sobrecarga física y el equipo, en definitiva, depende demasiado de su once ideal. Del otro lado, Atlético Tucumán aprovechó sus oportunidades, fue eficaz y, pese a llegar con apenas 48 horas de descanso tras su caída ante Godoy Cruz, mostró actitud, orden y contundencia.

En síntesis, fue una noche negra para el Rojo y una jornada celebrada en el norte argentino, donde Atlético se llevó mucho más que tres puntos: dejó un mensaje de carácter, consolidó su juego y sumó un triunfo que podría marcar un punto de inflexión en su campaña.

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