El Xeneize venció 1 a 0 al Halcón en Florencio Varela, con un tanto de Luis Vázquez a los 47 minutos del segundo tiempo tras un gran jugada de contrataque de Sebastián Villa.

Tenía que ser así, incluso, la situación que derivó en el gol. Porque Boca jugó a eso casi todo el partido. A esperar y a salir de contra. Lo hizo desde el comienzo, cuando se sintió inferior a Defensa. Desde lo postural, pareció una estrategia alarmante. Y otro reflejo de que el mal momento futbolístico le estaba pesando. El equipo de Ibarra, plantado con un 4-4-2 más rígido que otras veces, resignó desde el inicio terreno, pelota e iniciativa. Y se la entregó a su rival.

Incluso las dos más claras de esa etapa fueron para Boca. La primera, por una mala salida del local: un pase atrás de Souto que Vázquez interceptó y taqueó para Villa, quien no logró definir. Y la segunda, por un buen pase de Ramírez al ex Patronato, que quedó solo de frente al arco, amagó una y otra vez y, con Villa libre para el gol, decidió rematar al arco de zurda, muy débil, a las manos de Unsain.

El segundo tiempo ya fue otro. Uno mejor para Defensa. Uno todavía peor para Boca. Algo que sólo se modificó en el final, en la última bola del partido (y de qué manera). De hecho, el Halcón le había generado tres situaciones claras a su rival en los primeros 15 minutos, que tuvo otra vez a Rossi como salvador del equipo (esta vez con Sergio Romero siguiendo las acciones desde muy cerca, en el banco, aunque sin haber firmado planilla).

La última de esas tres acciones, la que el arquero de Boca terminó salvando ante Togni, mostró la peor foto del Xeneize en el partido: una defensa desesperada de esa situación que tuvo a Varela y a Medina, dos de sus volantes, metidos en el área chica, tratando de sacar una pelota que era un bomba a punto de estallar. Una pose que desnudó también su inferioridad, su baja autoestima, su debilidad.

Sin concepto de juego, sin ideas claras, sin ataque, sin fórmula, sin libreto, Boca fue otra vez un canto a la autogestión. Sobre todo, la de Villa. Y el colombiano, al fin de cuentas, hizo su parte: le abrió el camino a la victoria. Armó esa guapeada que derivó en el mano a mano de Vázquez y en un gol se gritó fuerte, porque fue el de la victoria, por lo que vale, por lo que significa y, sobre todo, por el escenario que evita.

Ganó Boca. Cortó su racha de visitante. Volvió al triunfo tras dos partidos. Otra vez Rossi lo salvó. Pero esta vez, Vázquez, su goleador, lo aprovechó.

Un nene abrazó al arquero del»Halcón de Varela»

Sobre el final del partido un niño entró a la cancha para darle un abrazo emotivo al zaguero del equipo de Florencio Varela, Ezequiel Unsain, que conmovió a todos los hinchas. Sin dudas un gran ejemplo para todos, en el Día de las Infancias.

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