En una noche que prometía ser festiva para San Martín de Tucumán, el estadio La Ciudadela se llenó de ilusión con la posibilidad concreta de alcanzar la cima de la Zona A de la Primera Nacional en soledad. Sin embargo, el desenlace fue otro: el equipo tucumano cayó por 1-0 ante San Miguel, y esa oportunidad dorada se desvaneció. Lo que se esperaba como un paso firme hacia el liderazgo terminó siendo un traspié inesperado que dejó al «Ciruja» con más preguntas que respuestas.
San Martín llegaba a este compromiso con un rendimiento sólido y una racha que lo posicionaba como uno de los principales candidatos al ascenso. En el primer tiempo, supo demostrar por qué estaba en lo más alto: generó las situaciones más claras, controló el ritmo del partido y pareció tener al rival contra las cuerdas. Sin embargo, no logró traducir ese dominio en goles, y la falta de efectividad terminó costándole caro.
En el complemento, el equipo dirigido por Diego Flores bajó la intensidad, perdió precisión y comenzó a ceder terreno. San Miguel, que venía golpeado por una larga serie de partidos sin victorias como visitante y una semana interna cargada de tensiones por la salida de referentes como Erbes, Alemán y Peruzzi, aprovechó el desconcierto tucumano para golpear en el momento justo. Fue tras un tiro de esquina que Facundo Cardozo, sin marca, conectó de volea y silenció a un estadio que esperaba un festejo muy distinto.
Este resultado no solo fue un balde de agua fría para la hinchada rojiblanca, sino también un revés anímico en el punto más inesperado. La caída en casa representa un retroceso en la pelea por el ascenso directo, y además dejó a Atlanta con la puerta abierta para escaparse en lo más alto de la tabla.
Mientras San Miguel celebraba un triunfo revitalizante, cortando una sequía de 17 partidos sin ganar como visitante, San Martín se quedó rumiando lo que pudo ser. La derrota duele más por el contexto: era una oportunidad de oro para afirmarse como líder y reforzar la confianza en su campaña.
Ahora, el «Ciruja» deberá reponerse rápidamente del golpe y recuperar la contundencia que lo llevó a estar entre los mejores. Porque en un torneo tan parejo y competitivo como la Primera Nacional, cada punto cuenta y cada error puede marcar la diferencia entre lograr el objetivo o quedarse en la puerta.