A los 47 años, falleció la exboxeadora argentina Alejandra “Locomotora” Oliveras como consecuencia de un accidente cerebrovascular (ACV). Su trayectoria en el boxeo dejó una huella imborrable en el deporte nacional: fue la primera mujer argentina en obtener una victoria en el extranjero, logró conquistar seis títulos y se destacó por su estilo aguerrido y carismático. Sin embargo, uno de sus grandes anhelos, triunfar en el emblemático Luna Park, nunca llegó a concretarse.
La vida de Oliveras estuvo atravesada por la lucha, dentro y fuera del ring. Nacida en Jujuy, desde pequeña se trasladó a Córdoba con su familia. A los 20 años, ya siendo madre de dos hijos, comenzó a entrenar seriamente en boxeo. Antes de ingresar a un gimnasio formal, protagonizó una improvisada pelea callejera en una plaza barrial que marcó su inicio en el deporte. En esa experiencia amateur, como ella contaba con humor y nostalgia, hubo guantes, apuestas y hasta un carnicero como árbitro. Esa vivencia le hizo sentir por primera vez que había nacido para boxear.
Durante su carrera profesional, Oliveras participó en un total de 38 combates, de los cuales ganó 33, perdió tres y empató dos. En diversas entrevistas no dudaba en proclamarse como la mejor del país, pese a su respeto por otras colegas argentinas. “Yo les gané a las mejores… la mejor soy yo”, afirmaba sin reservas.
Una de las noches más gloriosas de su carrera fue el 20 de mayo de 2006, cuando venció a la mexicana Jackie Nava por nocaut en Tijuana, lo que significó el primer triunfo internacional de una boxeadora argentina. Aquel logro le permitió alzarse con el cinturón mundial supergallo del Consejo Mundial de Boxeo (WBC). Ella misma relataba con orgullo cómo se fracturó la mano derecha en el tercer asalto y, a pesar de la lesión, logró noquear con su mano izquierda. “La dejé en el piso. Fui a México, la cuna de campeones, y le gané a la mejor del mundo. Ninguna argentina hizo eso”, recordaba con emoción.
Pero no todos sus recuerdos en el ring fueron felices. Uno de los momentos más duros de su carrera fue la pelea contra Marcela “La Tigresa” Acuña en el Luna Park en 2008. Pese a llegar como campeona y haber defendido con éxito su título en dos ocasiones, esa noche perdió por decisión de los jueces, en una pelea que aún consideraba injusta. “Me la robaron”, solía decir, y señalaba que su rival utilizó golpes ilegales y maniobras antideportivas. A pesar de haberse firmado un acuerdo para realizar tres peleas, la revancha nunca se concretó. “La gente sabe que me robaron y que ella fue una muy mala deportista”, afirmaba con firmeza.
Esa enemistad deportiva trascendía el ámbito del cuadrilátero. Oliveras no solo cuestionaba a Acuña por el combate, sino también por sus posturas ante la desigualdad en el boxeo femenino. Recriminaba que su colega estuviera de acuerdo con la brecha salarial entre hombres y mujeres, y con la reducción de la duración de los asaltos femeninos. “¿Por qué tenemos que aceptar condiciones inferiores?”, se preguntaba indignada.
Más allá del boxeo, “La Locomotora” se ganó el cariño del público gracias a su carisma, perseverancia y un relato de vida que inspiraba a muchos. Reivindicaba su esfuerzo constante como madre y deportista, asegurando que se entrenaba incluso más que Floyd Mayweather. Decía haber trabajado en cinco gimnasios a la vez, además de tener otros empleos para sostener a su familia. “Yo entrenaba sin parar. Por eso fui la mejor del mundo. Nadie se entrenó como yo, ni siquiera Mayweather. Él hacía dos turnos. Yo, tres”, aseguraba con su característico ímpetu.
En 2017, se retiró oficialmente del boxeo profesional y comenzó una nueva etapa como figura mediática e influencer, difundiendo videos de ejercicios y mensajes motivacionales que conquistaron a una amplia audiencia en redes sociales. También tuvo su paso por la televisión en 2007, cuando participó en el programa Bailando por un Sueño.
En los últimos años, Alejandra incursionó en la política. En 2021 fue candidata a diputada nacional y en 2024 integró el equipo del Ministerio de Seguridad, bajo la gestión de Patricia Bullrich, en la Dirección Nacional de Seguridad en Eventos Deportivos. Además, había sido electa para participar en la Convención Constituyente de Santa Fe, por el Frente de la Esperanza. No pudo asumir su cargo debido a su delicado estado de salud.
La muerte de Alejandra Oliveras no solo representa la pérdida de una deportista talentosa, sino también de una voz combativa que desafió los moldes establecidos, tanto en el deporte como en la sociedad.
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