El lunes 28 de julio de 2025 marcó un día de profundo pesar para el deporte argentino: a los 47 años de edad falleció Alejandra «Locomotora» Oliveras. La exboxeadora jujeña, una figura emblemática del boxeo femenino, había sido hospitalizada tras sufrir un accidente cerebrovascular isquémico catorce días antes de su muerte. A pesar de haber luchado con entereza por su recuperación, las complicaciones derivadas del cuadro clínico finalmente llevaron a su deceso.
Alejandra Oliveras no solo será recordada por su valentía dentro del cuadrilátero, sino también por su extraordinaria carrera profesional que dejó una huella imborrable en la historia del boxeo argentino. Nacida el 20 de marzo de 1978 en la localidad de El Carmen, provincia de Jujuy, Oliveras desarrolló una trayectoria deportiva marcada por logros excepcionales, pasión inquebrantable y una personalidad arrolladora.
Durante su carrera profesional, acumuló un total de 39 combates, de los cuales se alzó con la victoria en 34, 16 de ellos por la vía del nocaut. Solo sufrió tres derrotas y empató en dos ocasiones. Esta destacada performance la posicionó como una de las referentes más importantes del boxeo femenino no solo en Argentina, sino también a nivel internacional.
Uno de los hitos más impresionantes de su carrera fue la obtención de seis campeonatos mundiales en diferentes categorías, un logro sin precedentes que la hizo merecedora de un lugar en los Récords Guinness. Gracias a esa hazaña, Oliveras se convirtió en la primera mujer en la historia del boxeo en alcanzar títulos en tantas divisiones distintas.
Los títulos que consiguió incluyen:
Este impresionante palmarés la convirtió en una figura icónica y la única pugilista argentina reconocida oficialmente por alcanzar tal número de coronas en distintas divisiones, dejando en alto el nombre del país en cada presentación internacional.
El sobrenombre por el que todo el país la conocía, «La Locomotora», no fue elegido al azar. En diversas entrevistas, entre ellas una muy recordada con el canal TyC Sports, Oliveras relató con humor y convicción cómo se gestó su apodo. En sus inicios, quienes la rodeaban intentaron bautizarla con apodos como “Toro Ciego” o incluso “Autito Chocador”, opciones que ella rechazó de plano por no reflejar su identidad.
Fue entonces que eligió llamarse «Locomotora», apelando a la metáfora de la fuerza, la constancia y el avance ininterrumpido. Como ella misma expresó: “Las locomotoras son de fierro, van para adelante, son muy fuertes”. Esa imagen no solo representaba su estilo dentro del ring —de combate frontal y potente— sino también su forma de encarar la vida, superando adversidades personales y profesionales con una actitud siempre decidida.
En definitiva, Alejandra Oliveras fue mucho más que una deportista destacada. Fue un símbolo de lucha, de superación y de convicción. Su legado trasciende los títulos y los récords: queda grabado en el corazón de quienes la vieron brillar en el ring y también fuera de él, como referente de coraje, autenticidad y pasión.
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