El duelo entre Argentina y Brasil en el Estadio Monumental dejó en claro que la Albiceleste es, hoy por hoy, la selección más dominante del continente. A pesar de la ausencia de varias de sus principales figuras—Lionel Messi, Lautaro Martínez, Lisandro Martínez, Paulo Dybala y Giovani Lo Celso—el equipo de Lionel Scaloni se mostró imparable. Con los once campeones del mundo en cancha, el conjunto argentino arrasó a su eterno rival, que, en contraste, lució desorientado y superado en todas las líneas. La impotencia brasileña quedó reflejada en un momento insólito: cuando el arquero del Scratch, en apenas 18 minutos de juego, recurrió a fingir una lesión para detener el partido y permitir que su entrenador intentara despertar a un equipo completamente desdibujado.
Un Brasil provocador, pero una Argentina que responde con fútbol
Desde antes del encuentro, la selección brasileña había intentado caldear los ánimos con declaraciones picantes y provocaciones. Sin embargo, en la cancha, la respuesta de Argentina fue pura jerarquía. Mientras el conjunto visitante esperaba imponer su juego físico, la Albiceleste respondió con una exhibición de fútbol total. Un ejemplo claro fue el segundo gol del partido, fruto de una secuencia de 33 toques ininterrumpidos que culminaron con una definición magistral de Enzo Fernández. En ese momento, todo el estadio se fundió en un solo grito: «Dale campeón, dale campeón», recordando la gloria del último Mundial.
Una selección que sigue demostrando su grandeza
Si aún quedaban dudas sobre la supremacía de esta generación de jugadores, los dos últimos encuentros de la doble fecha eliminatoria las disiparon por completo. No solo Argentina logró clasificar al Mundial 2026 con gran antelación, sino que lo hizo aplastando a Uruguay y Brasil, sus rivales históricos. Ahora, el equipo de Scaloni tiene el margen necesario para realizar pruebas y buscar nuevos talentos sin presión, dado que la base de jugadores que lograron la tercera estrella sigue intacta y vigente.
Brasil, que había llegado con la intención de «marcar territorio», terminó siendo sometido por una Argentina que dominó de principio a fin. Con esta victoria, la Albiceleste amplió la diferencia en el historial de enfrentamientos directos y consiguió su tercera victoria en los últimos cuatro partidos frente a la Verdeamarela. El triunfo en la final de la Copa América 2021 en el Maracaná, la victoria en las Eliminatorias previas para quebrar el histórico invicto de Brasil en esa competencia y este contundente resultado en el Monumental son pruebas irrefutables de la superioridad argentina en los últimos años.
Un funcionamiento impecable y una lección táctica
La propuesta de Scaloni fue clara y efectiva: con un esquema 4-1-4-1, Argentina logró un equilibrio perfecto en todas las líneas. Compacto tanto en ataque como en defensa, el equipo desplegó un juego asociativo de altísimo nivel. Todos los jugadores participaron en la elaboración, desde Emiliano «Dibu» Martínez hasta Julián Álvarez. En el mediocampo, Leandro Paredes brindó salida limpia, Rodrigo De Paul manejó los tiempos del partido con su intensidad característica, mientras que Enzo Fernández y Alexis Mac Allister marcaron el ritmo del juego y colaboraron en la recuperación.
Mención aparte para Thiago Almada, quien con esta doble fecha terminó de consolidarse como una opción confiable en el esquema de Scaloni. Y, por supuesto, Julián Álvarez volvió a demostrar por qué es una pieza clave en este equipo: además de su capacidad goleadora, su sacrificio en la presión y su movilidad fueron fundamentales para desconectar a la defensa rival.
Un segundo tiempo de exhibición y un cierre con broche de oro
La segunda mitad fue una continuación de la exhibición del primer tiempo. Brasil, impotente, apenas logró algunos intentos aislados de Vinicius Jr., pero nunca encontró la manera de hacerle daño a la defensa argentina. El equipo albiceleste continuó dominando con posesión y precisión quirúrgica, al punto de que el encuentro pareció un entrenamiento con público.
La diferencia en el marcador pudo haber sido aún mayor. Julián Álvarez y Nicolás Tagliafico tuvieron ocasiones claras para marcar el cuarto gol, pero finalmente el destino quiso que fuera un representante de la nueva camada quien sellara la goleada. Giuliano Simeone, hijo del «Cholo», se dio el lujo de convertir y sumar su primer tanto con la selección, cerrando una noche histórica para la Albiceleste.
El partido terminó con un clima de fiesta absoluta en el Monumental. Dibu Martínez, en tono burlón, se permitió hacer jueguitos con la pelota. Desde las tribunas, la hinchada se unió en cánticos dedicados a un Brasil completamente superado: «Un minuto de silencio para Brasil, que está muerto». En el campo, Cristian «Cuti» Romero le tiró un caño a Vinicius, como para dejar en claro que, en esta noche gloriosa, Argentina no solo venció, sino que humilló futbolísticamente a su clásico rival.
Un resultado para la historia
La contundente victoria ante Brasil se suma a la larga lista de hitos que ha conseguido esta selección. Por el dominio demostrado, la ejecución impecable del plan de juego y la importancia del rival, este partido quedará grabado como una de las grandes exhibiciones de la Albiceleste en los últimos tiempos. No solo se trató de un triunfo más en las Eliminatorias, sino de una verdadera demostración de jerarquía.
Argentina lo hizo otra vez. Con autoridad, con talento y con una identidad de juego inconfundible, esta selección reafirmó su lugar en la élite del fútbol mundial.
