La situación interna en Boca Juniors atraviesa un momento crítico, tanto desde lo deportivo como en lo institucional, y lejos de calmarse, las tensiones parecen agudizarse. Mientras crecen los rumores sobre una inminente salida de Miguel Ángel Russo como director técnico del primer equipo, también se especula con la posible disolución del Consejo de Fútbol que lidera Juan Román Riquelme, cuestionado por varios sectores del entorno xeneize. En ese contexto turbulento, salió a la luz una presunta pelea física entre dos figuras relevantes del plantel profesional, lo que agrava aún más el clima en el club.
El conflicto habría comenzado a evidenciarse públicamente el martes, cuando se filtró un cruce entre el defensor Marcos Rojo y el cuerpo técnico encabezado por Russo. Según relató el periodista partidario Martín Arévalo, el zaguero se retiró intempestivamente del entrenamiento tras ser excluido de una charla técnica grupal. Tanto él como Marcelo Saracchi habrían sido apartados bajo el argumento de no haber formado parte del grupo de convocados para el reciente encuentro contra Huracán.
La versión difundida sostiene que, al finalizar la charla táctica, Rojo se habría dirigido con enojo hacia los asistentes del entrenador, increpándolos verbalmente antes de abandonar el predio sin participar de la práctica. Este episodio no sería el primero en el que Rojo expresa su disconformidad, ya que durante el Mundial de Clubes 2025, el ex jugador del Manchester United también había tenido diferencias con Russo debido a su falta de minutos en el torneo.
Ahora, nuevas revelaciones vinculan a Rojo con un incidente aún más grave: una supuesta pelea a golpes de puño con Agustín Marchesín. Según informó el periodista «Turco» Alaluf en Radio Splendid, el altercado físico entre ambos jugadores se habría producido después de un asado del plantel y en la antesala del Mundial de Clubes. Ese encuentro social, que inicialmente fue visto como un gesto de camaradería, se habría convertido en el desencadenante de conflictos internos aún más profundos.
La raíz del enfrentamiento, según las versiones periodísticas, radicaría en la desconfianza de Rojo hacia Marchesín. El defensor sospecha que el arquero habría revelado detalles de lo conversado en el asado a la dirigencia, y especialmente a Riquelme, lo que habría deteriorado aún más su posición dentro del equipo. Por este motivo, Rojo lo habría tildado de «topo», acusándolo de actuar como informante dentro del vestuario.
Según esta misma fuente, varios futbolistas del plantel se habrían alineado con Rojo, reconociéndolo como un referente natural del grupo. Esta fractura interna, con bandos divididos y relaciones deterioradas, está generando un ambiente de alta tensión en el vestuario xeneize. Incluso se menciona la existencia de subgrupos claramente identificables, como el núcleo de jugadores uruguayos, lo cual deja entrever una falta de cohesión cada vez más evidente.
En resumen, Boca Juniors enfrenta un presente institucional y deportivo convulsionado, marcado por internas dirigenciales, crisis en el cuerpo técnico y, ahora también, conflictos personales entre referentes del plantel que escalan a niveles preocupantes. El club parece encontrarse en una encrucijada en la que urge una reconfiguración profunda para restablecer la armonía y el rumbo futbolístico.
