Partidazo en Tucumán: Atlético se impuso 3-2 ante Instituto en su estadio

Atlético Tucumán volvió a saborear una victoria que necesitaba con urgencia y lo hizo de manera épica, como quien encuentra agua en el desierto. El triunfo por 3-2 ante Instituto no solo cortó una racha negativa de seis encuentros consecutivos sin ganar, sino que además se concretó en los últimos instantes del juego, después de que su rival le empatara el marcador. Ese desenlace dramático le dio un valor emocional y simbólico adicional al resultado. Con estos tres puntos, el equipo tucumano recupera el aliento y alimenta su esperanza de ingresar en el lote de los ocho mejores que avanzarán a los octavos de final del Torneo Apertura. De hecho, tras este triunfo, quedó apenas a dos unidades de Talleres, que por ahora ocupa la última plaza clasificatoria.

Ambos equipos llegaron a este enfrentamiento sabiendo que estaban afuera de la zona de clasificación, lo que generaba una presión implícita desde el pitazo inicial. La necesidad de ganar los empujaba a tomar la iniciativa, pero lo cierto es que el arranque del partido estuvo lejos de ser electrizante. El juego comenzó sin emociones fuertes y fue recién con el correr de los minutos que empezó a insinuar algo más. Durante la primera parte, predominaron los pelotazos, la lucha en el medio y la falta de claridad: Instituto no logró inquietar en ofensiva y Atlético apenas mostró algunas intenciones. Pero bastó una acción aislada, un remate fortuito, para romper la monotonía: Mateo Coronel, en lo que fue el único disparo al arco en todo ese período, convirtió un gol tras una jugada confusa, dándole así algo de paz a los hinchas locales, que empezaban a mostrarse impacientes.

La verdadera acción se concentró en el arranque del segundo tiempo, especialmente en los primeros diez minutos, que resultaron ser más intensos que toda la primera mitad. Atlético Tucumán amplió la ventaja a través de una jugada aérea en la que Ferrari y Brizuela combinaron con dos cabezazos que terminaron en el 2-0. Sin embargo, la alegría duró poco. Fue el propio Ferrari, quien había participado en ese segundo tanto, el que minutos después cometió un error en su propia área: una infracción que permitió a Luna ejecutar el penal y convertir el descuento para Instituto.

Ese gol revitalizó a la visita, que a partir de ahí tomó el control del juego y comenzó a circular el balón con fluidez. Con la precisión en los pies de Mac Allister, las proyecciones constantes de Franco por las bandas y la puntería de Luna, Instituto ganó terreno. Fue justamente Alex Luna quien, con un magnífico tiro libre al ángulo, consiguió el empate 2-2, devolviéndole la ilusión a su equipo.

Pero el destino tenía reservado un giro más para esa noche. Apenas habían transcurrido siete segundos desde que Laméndola ingresó al campo desde el banco de suplentes, cuando se encontró con una chance clara y no la desaprovechó: clavó el 3-2 definitivo que desató el delirio en el estadio. Así, el Decano pudo celebrar en una noche que pareció marcada por la Luna… y también por el coraje.