La Bombonera suele ser escenario de muestras intensas de emoción futbolera, pero hay ocasiones en las que la pasión trasciende el deporte y deja postales capaces de tocar a cualquiera, incluso a quienes no simpatizan con Boca. Eso fue exactamente lo que ocurrió el fin de semana pasado, cuando Juan Román Riquelme protagonizó un momento que desbordó sensibilidad y quedará para siempre en la memoria de Fran, un niño mendocino de 10 años que convive con una enfermedad poco frecuente y extremadamente dolorosa, conocida como “piel de cristal”.
El vínculo afectivo que el chico mantiene con el ídolo boquense no nació en esta visita, sino que tiene raíces más profundas: se remonta a sus primeros años de vida, cuando las curaciones diarias implicaban dolores insoportables y sus padres encontraban un alivio momentáneo poniéndole videos de Riquelme, que lograban calmarlo. Con esa historia detrás, la familia viajó desde Mendoza hasta Buenos Aires para cumplir un sueño largamente esperado en el corazón del barrio de La Boca.
Al encontrarse cara a cara, Fran no esperó ninguna señal: se lanzó a abrazarlo con una fuerza contenida durante años, expresando sin palabras el peso emocional que ese encuentro tenía para él. Aunque el contacto duró apenas unos segundos, alcanzó para revelar la magnitud del lugar que Román ocupa en el imaginario emocional de muchos hinchas, incluidos aquellos que jamás lo vieron jugar en un estadio. El presidente xeneize, lejos de limitarse a un saludo cordial, acompañó ese instante especial entregándole dos camisetas personalizadas, un gesto que provocó que el pequeño estallara en lágrimas.
La escena evocó otro acto reciente del líder boquense, quien días atrás había recibido a una adolescente de 15 años que también anhelaba conocerlo. Ambas situaciones reafirman una frase que Riquelme suele repetir como si fuera una declaración de principios: “Poder es que la gente te quiera”. Y, una vez más, el afecto genuino que despierta quedó puesto en evidencia con una claridad imposible de ignorar.