Aquel capítulo inolvidable que protagonizó Mariano Campodónico con San Martín de Tucumán en 2008, cuando su gol fue clave en un ascenso que quedó marcado en la memoria de los hinchas, no fue realmente el final de su vínculo con el club. Más bien, fue una historia que quedó inconclusa, suspendida en el tiempo, como si el destino aguardara el momento justo para retomarla. Hoy, dieciséis años después, ese nexo encuentra un nuevo cauce, aunque bajo una forma distinta: ya no es el delantero que pisa el área rival, sino el estratega que llega con libreta en mano y la mirada puesta en la conducción técnica del equipo.
Durante el mediodía del domingo, los dirigentes de San Martín tomaron una determinación definitiva. La conversación que mantuvieron con Ariel Martos fue breve, pero lo suficientemente clara como para marcar el final de su etapa como entrenador. Si bien la decisión se venía gestando luego de una serie de resultados negativos, fue la derrota ante Gimnasia y Tiro la que terminó por acelerar el desenlace. Sin demoras, la Comisión Directiva se movió con rapidez para concretar el reemplazo. Aunque el anuncio oficial todavía no fue realizado, ya se sabe quién tomará las riendas del equipo: el elegido es Mariano Campodónico.
El diario La Gaceta confirmó que el acuerdo con el exfutbolista está cerrado y que su llegada a Tucumán está prevista para este lunes. Una vez en suelo norteño, se pondrá inmediatamente al frente del plantel profesional. Su retorno no solo tiene un peso simbólico por lo que representa en la historia del club, sino también porque llega con la responsabilidad de comandar un grupo que busca reencontrarse con la victoria y recuperar la confianza de su gente.
Este regreso tiene una dimensión que va más allá de lo deportivo. Para los hinchas, Campodónico no es un nombre más. Está íntimamente asociado a un recuerdo glorioso, a una época en la que el club logró alcanzar la máxima categoría del fútbol argentino. Su figura es evocada con respeto, afecto y una dosis inevitable de nostalgia. Su presencia, en este contexto, parece un intento por conectar el presente con aquel pasado de felicidad colectiva.
Desde que colgó los botines, Campodónico se ha mantenido vinculado al mundo del fútbol, pero desde un rol distinto. Inició su carrera en los cuerpos técnicos como ayudante de campo de Israel Damonte, para luego animarse a tomar el mando como director técnico principal. Sus primeros desafíos llegaron en categorías del ascenso: en la Primera C dirigió a Cañuelas, donde dejó un registro interesante, con un rendimiento del 46,67% de los puntos.
Posteriormente, continuó su camino en Luján y Sacachispas, dos instituciones en las que los resultados no lo acompañaron: su eficacia allí fue del 23% y 28%, respectivamente. Sin embargo, en Talleres de Remedios de Escalada consiguió mejorar su promedio, alcanzando un 41,67%. Luego, ya en la exigente Primera Nacional, asumió el reto de conducir a Temperley, aunque su paso fue irregular y cerró con apenas el 25% de eficacia. Su última experiencia fue en All Boys, donde comenzó con buenos resultados y terminó su ciclo con un respetable 47,62%, aunque la etapa final estuvo marcada por una baja en el rendimiento del equipo.
A lo largo de esta trayectoria, Campodónico ha dejado en claro cuál es su estilo futbolístico: equipos con dinámica, presión alta desde el arranque y una fuerte inclinación por apostar a jugadores jóvenes, con ganas de mostrarse y crecer.
El regreso de Campodónico a San Martín no podría darse en un momento más desafiante. Asumirá el mando de un plantel que ha sido cuestionado por su rendimiento, con una hinchada que arrastra decepciones acumuladas y no está dispuesta a tolerar nuevas frustraciones. El torneo no concede treguas y, como si fuera poco, su debut será ante un rival de jerarquía: River Plate.
La Ciudadela puede transformarse en un escenario ideal para iniciar una nueva etapa de gloria o en una olla de presión si los resultados no aparecen con rapidez. Campodónico es plenamente consciente de eso. Llega con la humildad de quien sabe que nada está garantizado, pero también con la determinación de quien conoce la grandeza del club y quiere devolverle protagonismo.
Los pasillos del estadio, que alguna vez recorrió como ídolo, ahora serán los mismos que lo verán analizar partidos hasta altas horas, tomar decisiones tácticas difíciles y enfrentar la tensión propia de un banquillo caliente. Su misión, esta vez, será más compleja: unir al grupo, conectar con la gente y construir una identidad de juego en medio de la urgencia.
Lo que viene no es sencillo. Pero entre la esperanza de los hinchas y la convicción del nuevo DT, se empieza a escribir un nuevo capítulo. Campodónico vuelve a casa. Ya no como goleador, sino como líder. Y aunque los tiempos hayan cambiado, la expectativa es la misma: hacer historia con San Martín.
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