Boca Juniors se encuentra inmerso en una de las etapas más críticas de su historia reciente, tanto en lo deportivo como en lo institucional. La derrota por 1 a 0 frente a Huracán, en el estadio Tomás Adolfo Ducó, la noche del domingo, profundizó una preocupante racha sin triunfos: el equipo ya acumula 11 partidos consecutivos sin conocer la victoria. Pero más allá de lo sucedido dentro del campo, lo que ocurrió luego del pitazo final encendió nuevas alarmas en el club.
De acuerdo a versiones surgidas tras el encuentro, en el vestuario visitante se vivió un episodio cargado de tensión que derivó en destrozos. Uno de los momentos más llamativos fue protagonizado por el delantero Miguel Merentiel, quien, según testigos, rompió un vidrio de una de las puertas del vestuario. El uruguayo, apodado «la Bestia», no ocultó su enojo tras ser reemplazado en el entretiempo y habría canalizado su furia golpeando la estructura de vidrio al dirigirse al túnel. No obstante, desde el cuerpo técnico se apresuraron a aclarar que su salida del partido no obedeció a razones tácticas ni a un bajo rendimiento, sino a un inconveniente administrativo ya previsto. Pese a la tensión inicial, el incidente fue controlado rápidamente por la seguridad del club.
En respuesta al incidente, Boca pidió disculpas formales al club anfitrión y solicitó que se enviara un presupuesto para cubrir los daños ocasionados por la rotura, asumiendo el compromiso de repararlo. Sin embargo, este hecho extradeportivo no hizo más que sumar un nuevo foco de conflicto a una realidad ya de por sí agitada para la institución.
La situación futbolística del conjunto dirigido por Miguel Ángel Russo es más que preocupante: aún no ha logrado sumar victorias desde que inició su actual ciclo, ni en el Torneo Clausura, ni en la Copa Argentina, ni siquiera en el Mundial de Clubes. La falta de resultados ha encendido la furia de los hinchas, que exigen respuestas claras y urgentes tanto al entrenador como a Juan Román Riquelme, presidente del club.
Como si todo esto fuera poco, una nueva polémica se sumó en las últimas horas. La misma gira en torno a Cristian «Chanchi» Riquelme, hermano del actual presidente. El dirigente quedó envuelto en un escándalo luego de que se viralizaran presuntos chats íntimos con la influencer santiagueña Vale Salcedo. En esas conversaciones filtradas, la joven hace alusión a supuestos privilegios recibidos por su cercanía con Cristian Riquelme, entre ellos importantes sumas de dinero y el uso de instalaciones del club para encuentros íntimos.
Este escándalo coincidió con la derrota frente a Huracán y, en un contexto de crisis institucional, el club de Parque Patricios no dudó en aprovechar la ocasión para dejar un mensaje provocador en redes sociales. A través de su cuenta oficial, el community manager del «Globo» publicó una foto del autor del gol rodeado por sus compañeros, acompañada por la frase “Los dedeamos”. Esta expresión, similar a una utilizada en los chats filtrados de Salcedo, fue interpretada por muchos como una burla directa hacia los Riquelme.
La publicación se viralizó rápidamente, generando controversia en el mundo del fútbol, aunque luego fue eliminada por la cuenta oficial de Huracán. No obstante, el daño simbólico ya estaba hecho, y la burla resonó entre los hinchas de Boca, que observan con preocupación cómo las crisis deportivas se mezclan con escándalos extradeportivos en un club que, por historia y exigencia, no puede permitirse vivir en la incertidumbre.
