La jornada futbolera de este domingo dejó una postal que quedará grabada como uno de los gestos más llamativos y rupturistas del fútbol argentino reciente. Lo que comenzó días atrás con la polémica coronación de Rosario Central desde un despacho de la AFA terminó derivando en una escena de abierta disconformidad: el plantel de Estudiantes de La Plata aceptó cumplir con el pasillo protocolar, pero eligió hacerlo de una manera inédita, dándose vuelta en señal de rechazo justo cuando los jugadores rivales atravesaban la hilera. Esa demostración simbólica de malestar se dio minutos antes de un encuentro decisivo por los octavos de final del Torneo Clausura, partido que finalmente quedó en manos del Pincha por 1-0, resultado que eliminó al equipo rosarino y colocó a los platenses en los cuartos de final, donde deberán enfrentarse a Central Córdoba de Santiago del Estero.

El clima venía enrarecido desde el jueves, cuando en la sede de la AFA se resolvió —sin votación formal y en un ambiente cargado de incertidumbre— otorgarle a Central un título por haber terminado como líder de la tabla anual 2025. Esa decisión, convertida en acto ceremonial casi de improviso, obligó a que Estudiantes debiera rendirle homenaje con un pasillo previo al encuentro. Aunque la institución platense cumplió con la orden, lo hizo a su manera: respetó la formalidad, pero transformó la escena en un acto de protesta silenciosa que inmediatamente recorrió las redes sociales.

Después del partido, Ángel Di María fue consultado sobre el momento del pasillo y respondió sin dramatizar: sostuvo que Estudiantes lo ejecutó como quiso y que el plantel de Central ingresó al campo de juego sin quedarse enganchado con el gesto ajeno. Cuando los periodistas le preguntaron por la copa recibida en la AFA pocos días atrás, el Fideo afirmó que el reconocimiento obedeció a la intención de premiar al equipo que más puntos había acumulado en el año. Además, aseguró que los dirigentes presentes avalaron lo ocurrido, que él se sentía campeón y que la consagración tenía un valor especial luego de dos semestres de alto rendimiento que les permitieron clasificarse a la Copa Libertadores.

La previa al partido dejó indicios de que la protesta platense no sería improvisada: varios jugadores de Estudiantes comentaron su postura al plantel rosarino, y el técnico Eduardo Domínguez también conversó con los futbolistas canallas para anticiparles el gesto. Finalmente, cuando la terna arbitral encabezada por Pablo Dóvalo lideró la salida al campo, Estudiantes esperó la llegada de Di María y sus compañeros y entonces giró de espaldas, un mensaje directo hacia la conducción de Claudio “Chiqui” Tapia.

Todo se había desencadenado el jueves: en la reunión de la Comisión Directiva de la AFA, Tapia abrió el debate preguntando si todos estaban de acuerdo con la coronación del puntero anual. La sala quedó inmóvil, en silencio, sin opiniones claras y con muchos dirigentes sin entender la magnitud de lo que se estaba decidiendo. Mientras algunos ya estaban al tanto de que la delegación de Rosario Central esperaba al costado para ingresar y recibir el trofeo, otros se enteraron sobre la marcha. Tapia llamó entonces: “Vení, Fideo”. Y así, con Di María, Ariel Holan, Jorge Broun y el presidente Gonzalo Belloso posando alrededor de la copa, la Liga Profesional interpretó —erróneamente o no— que ese silencio había sido una aprobación unánime, algo que quedó asentado en el acta oficial.

El supuesto consenso generó enojo en gran parte del público y en varios clubes. Estudiantes fue el primero en negar públicamente que hubiese existido una votación, recordando que el reglamento exige procedimientos claros para validar decisiones de ese tipo. La polémica tomó otra dimensión cuando el dirigente Pablo Toviggino —mano derecha de Tapia y habitual protagonista de polémicas en redes— atacó directamente a Juan Sebastián Verón, acusándolo de promover una campaña de desprestigio contra la AFA. Toviggino incluso difundió el acta del encuentro, que sólo llevaba tres firmas: Tapia, Cristian Malaspina y Francisco Duarte, algo que intensificó las dudas sobre la validez de la supuesta unanimidad.

Mientras tanto, en Rosario, la situación adoptó un matiz más doloroso. Un mural que homenajeaba a Di María en el club donde comenzó su carrera apareció vandalizado con pintura negra y consignas agresivas, mezcla de bronca, desinformación y el clima tenso que rodea al fútbol argentino.

Que Estudiantes haya dado la espalda al equipo recién coronado —y que la imagen haya recorrido el mundo en cuestión de minutos— anticipa que lo ocurrido no quedará sin respuestas desde la dirigencia. Lo que empezó como una ceremonia improvisada terminó convirtiéndose en uno de los episodios más disruptivos del fútbol nacional en los últimos años.

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