Durante el mes de junio, el Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec) publicó nuevos datos que reflejan la evolución del costo de vida en Argentina. Uno de los indicadores clave fue la actualización de la Canasta Básica Total (CBT) y la Canasta Básica Alimentaria (CBA), herramientas utilizadas para determinar los umbrales de pobreza e indigencia en el país.

Según los datos oficiales, una familia tipo compuesta por cuatro personas necesitó contar con ingresos mínimos de $1.128.398 para mantenerse por encima de la línea de la pobreza. En paralelo, para no encontrarse en situación de indigencia, ese mismo grupo familiar requirió al menos $506.008 durante el mes de referencia.
El informe también desagregó los valores estimados para hogares de distintas composiciones. Por ejemplo, en el caso de una familia de tres integrantes, el umbral de pobreza se ubicó en $898.336, mientras que para no ser indigentes debieron reunir $402.841. En tanto, un hogar formado por cinco personas precisó $1.186.826 para no caer bajo la línea de pobreza y $532.209 para evitar la indigencia.
Estos montos surgen a partir del análisis de dos canastas de consumo elaboradas mensualmente por el Indec. La Canasta Básica Alimentaria (CBA) incluye únicamente los alimentos esenciales para cubrir las necesidades nutricionales mínimas y delimita la línea de indigencia. Su variación mensual durante junio fue del 1,1%, mientras que la variación interanual alcanzó un 28,7%. Por su parte, la Canasta Básica Total (CBT), que además de alimentos contempla bienes y servicios no alimentarios como transporte, salud, educación, indumentaria y otros gastos básicos, tuvo un incremento mensual del 1,6%, y una suba interanual del 29,2%.
Estos aumentos se dieron en un contexto en el que la inflación general del país volvió a mostrar un leve repunte. Según el mismo organismo estadístico, el Índice de Precios al Consumidor (IPC) registró en junio una variación del 1,6%, rompiendo con la tendencia a la baja observada en los tres meses anteriores. En mayo, el IPC había sido del 1,5%, la cifra más baja registrada desde 2020, por lo que la suba representa una reversión, aunque moderada.
En el acumulado de los primeros seis meses de 2025, la inflación alcanzó un 15,1%, mientras que en términos interanuales —es decir, comparando junio de 2024 con junio de 2025—, el alza de precios fue del 39,4%.
Al analizar los distintos componentes que influyeron en el aumento del IPC de junio, se observó que el mayor impacto se dio en el rubro Educación, que presentó un incremento del 3,7% debido principalmente a los ajustes en las cuotas de instituciones educativas. El segundo lugar lo ocupó el segmento de Vivienda, agua, electricidad y otros combustibles, que subió un 3,4%. Esta alza fue impulsada por subas en alquileres y en los gastos comunes de edificios, lo cual se vio influido por una bonificación aplicada sobre los sueldos de los encargados de consorcio.
Desde el punto de vista territorial, se evidenciaron algunas diferencias regionales en cuanto a la incidencia de las divisiones sobre el IPC. En zonas como el Gran Buenos Aires, la región Pampeana, el Noreste y la Patagonia, el componente de Vivienda y servicios públicos fue el de mayor peso. Sin embargo, en el Noroeste, la principal incidencia fue registrada en el rubro Prendas de vestir y calzado, que creció un 0,5%, y en la región de Cuyo, la mayor contribución al alza general provino del ítem Recreación y cultura, que aumentó un 2,5%.
Entre las divisiones con menor variación en el índice general, se destacaron Alimentos y bebidas no alcohólicas, con un aumento del 0,6%, y nuevamente Prendas de vestir y calzado, con 0,5%. En cuanto a las categorías que conforman el índice, los precios regulados —como tarifas y otros valores controlados por el Estado— encabezaron el crecimiento con un 2,2%. Le siguieron los valores del IPC núcleo, que subieron un 1,7%, mientras que los productos estacionales experimentaron una leve baja del 0,2%.
En síntesis, el informe del Indec dejó en evidencia que, a pesar de algunos indicadores moderados, el poder adquisitivo de los hogares argentinos continúa presionado por el costo de vida, y los valores necesarios para evitar caer en la pobreza o la indigencia siguen siendo elevados en relación a los ingresos de una parte significativa de la población.