Durante el primer año de gestión del presidente Javier Milei, un estudio reciente advierte que la clase media argentina experimentó un marcado retroceso en su calidad de vida, especialmente en su capacidad para sostener hábitos de consumo y acceder a bienes y servicios básicos. Este informe, elaborado por el Centro R.A. de la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad de Buenos Aires, analiza el comportamiento del consumo, la evolución de los ingresos y la inflación, haciendo foco en cómo estos factores afectaron a los sectores medios del país.
Una de las conclusiones centrales del informe es que la clase media se vio forzada a modificar profundamente la manera en que distribuye su presupuesto familiar. En términos generales, se observa un cambio significativo en la composición del gasto: el 59% del presupuesto de los hogares se destinó al pago de servicios, un salto de 10 puntos porcentuales con respecto al año anterior. Este fenómeno responde a un encarecimiento acelerado de los servicios públicos y privados, que superó ampliamente la evolución de los precios de los bienes y, en muchos casos, incluso los incrementos salariales nominales.
Aunque las remuneraciones aumentaron en términos de pesos, ese crecimiento fue insuficiente frente al encarecimiento del costo de vida. La inflación concentrada en servicios —como energía, transporte y agua— fue sistemáticamente más elevada que la inflación de bienes durante 11 de los 12 meses del período analizado. Esta disparidad generó lo que los especialistas denominan “efecto tijera”: mientras los ingresos se ajustan lentamente, los gastos ineludibles crecen con fuerza, dejando a muchas familias sin margen de maniobra.
Los aumentos en las tarifas fueron especialmente pronunciados en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Allí, el transporte público se incrementó un 707%, el gas un 631%, la electricidad un 390% y el servicio de agua un 350%. En comparación, los alimentos —aunque también afectados por la inflación— tuvieron un crecimiento de precios relativamente más moderado. Este fenómeno provocó una presión directa sobre el bolsillo de los sectores medios, que debieron resignar consumos habituales para priorizar el pago de servicios esenciales.
En este contexto, también se redefinieron los parámetros para ser considerado clase media. Según el informe, hacia el tercer trimestre de 2024 se requerían ingresos mensuales de entre $372.000 y $1.192.000 por persona para mantener esa clasificación. Esto implicó un aumento del 125% respecto del inicio del mandato presidencial. No obstante, los ingresos medios crecieron solo un 119% en ese lapso, lo que dejó a una porción significativa de este segmento social en una situación de vulnerabilidad económica.
Finalmente, el informe advierte que si bien algunas mejoras salariales podrían observarse hacia fines de 2024, no son suficientes para revertir el ajuste que la clase media ya realizó. La pérdida del poder adquisitivo y los cambios en los patrones de consumo marcan una degradación real en el estilo de vida y en la estabilidad económica de un sector históricamente clave en la sociedad argentina.
