Mientras distintas potencias del mundo reaccionaban con preocupación al anuncio de nuevos aranceles por parte del expresidente estadounidense Donald Trump, los efectos del sacudón comercial se extendían rápidamente. La Unión Europea advertía que habría represalias, China analizaba contramedidas económicas, y México se movilizaba para intentar reducir los posibles daños. En ese escenario convulsionado, Javier Milei, presidente de Argentina, parecía ajeno a la tensión internacional: lucía exultante en Mar-a-Lago, el exclusivo club de Trump en Palm Beach, donde había sido invitado para recibir un galardón y reafirmar su cercanía con el líder republicano.
El mandatario argentino, que ha adoptado un discurso fuertemente alineado con la derecha libertaria global, viajó por apenas un día a Florida. El motivo formal fue recibir un premio en la gala “American Patriot”, un evento de alto perfil entre sectores conservadores estadounidenses. Sin embargo, la expectativa era que también se produjera un nuevo encuentro directo entre Milei y Trump, con quien el argentino ha compartido ya varias reuniones desde la elección presidencial estadounidense.
Durante su intervención en el lujoso salón de eventos, Milei no escatimó entusiasmo: “¡Hagamos a la Argentina grande de nuevo!”, exclamó con vehemencia, inspirándose claramente en el célebre eslogan de campaña del expresidente norteamericano.
El vínculo entre ambos líderes ha sido cultivado con esmero por Milei, quien, en su breve pero intensa agenda internacional, ha procurado posicionarse como uno de los referentes del conservadurismo libertario. Su cercanía con Trump le ha servido como respaldo simbólico a nivel doméstico, sobre todo mientras intenta aplicar severas medidas de ajuste fiscal para estabilizar una economía argentina históricamente golpeada.
No obstante, persisten las dudas sobre si esta afinidad personal y política puede traducirse en beneficios concretos para el país. Según Marcelo J. García, especialista en relaciones internacionales y director en la consultora Horizon Engage de Nueva York, el desafío de Milei consiste en lograr que este vínculo “especial” con Trump se materialice en resultados tangibles: “Ha sido útil en términos políticos, pero todavía no se ha convertido en una ventaja económica”, afirmó.
El alineamiento con Estados Unidos no ha sido sólo discursivo. A tono con decisiones del gobierno de Trump, Milei ha replicado algunas de sus políticas más controvertidas: retiró a Argentina de la Organización Mundial de la Salud, amenazó con abandonar el Acuerdo de París sobre el cambio climático, prohibió los tratamientos de cambio de género en menores y hasta promovió una criptomoneda inspirada en el popular memecoin $Trump, lo que generó críticas y costos internos.
Milei ha cultivado su figura internacional participando en foros ultraconservadores y en eventos donde ha atacado sin matices al socialismo, al feminismo y a la corrección política. En la Conferencia de Acción Política Conservadora (CPAC), incluso obsequió a Elon Musk una motosierra —símbolo de su campaña presidencial—, consolidando su rol como figura del movimiento MAGA a nivel global.
El contraste entre el entusiasmo de Milei por Trump y la incertidumbre del resto del mundo ante la política comercial estadounidense no podía ser más marcado. Mientras en Mar-a-Lago el presidente argentino ofrecía un discurso entre aplausos y cuadros con el puño en alto de Trump, sus funcionarios debían justificar internamente una medida arancelaria que también afectaba a su país.
A pesar de su defensa incondicional del libre mercado, el gobierno argentino minimizó el impacto de los aranceles impuestos por Trump. El vocero presidencial, Manuel Adorni, explicó ante la prensa que no se trataba de una medida proteccionista, sino, por el contrario, de una política que no atentaba contra el comercio libre. “No veo por qué hay tanto revuelo”, afirmó.
En los hechos, Argentina fue incluida en la nueva ronda de gravámenes, aunque con una tasa menor al promedio: un 10%, que fue interpretado por el oficialismo como un trato “preferencial”. De hecho, la portada del diario Clarín destacaba: “Trump sube el impuesto a nuestros productos menos que a otros países”, en un intento de presentar el daño como relativo.
Mientras tanto, el canciller argentino, Gerardo Werthein, mantenía reuniones diplomáticas en Washington con funcionarios clave del área comercial del gobierno estadounidense. Tras los encuentros, se expresó optimista sobre la posibilidad de avanzar hacia un tratado de libre comercio entre ambos países, un objetivo que Milei también mencionó con entusiasmo durante su paso por Florida.
Sin embargo, la prioridad más urgente para el presidente argentino es destrabar un nuevo programa financiero con el Fondo Monetario Internacional (FMI), que le permita acceder a unos 20.000 millones de dólares. Este rescate sería crucial para mantener sus reformas en curso, al tiempo que se enfrenta a un escenario de reservas internacionales muy debilitadas.
El gobierno argentino ya tomó medidas para evitar que el Congreso deba intervenir en la aprobación de un eventual nuevo acuerdo con el Fondo. No obstante, la negociación sigue abierta y no hay claridad sobre cuánto dinero podrá recibir efectivamente Argentina de forma anticipada, teniendo en cuenta que el país aún adeuda más de 44.000 millones de dólares al FMI.
En este contexto, Milei y su ministro de Economía viajaron esta semana a Estados Unidos, con la esperanza de reforzar la presión diplomática para destrabar ese préstamo. El propio Milei había adelantado que esperaba tener un “encuentro informal” con Trump, a quien considera un aliado clave: no hay que olvidar que en su primer mandato, Trump apoyó una línea de crédito récord de 56.000 millones para Argentina.
Sin embargo, la tan ansiada foto conjunta no apareció en la cobertura posterior al evento. En el material difundido por el equipo de prensa de Milei no había señales de un saludo con el exmandatario. En cambio, el presidente argentino se mostraba sonriente, tomándose selfies con simpatizantes sobre la alfombra roja.
Desde la Casa Rosada no hubo confirmación sobre si la reunión ocurrió o no. Trump, por su parte, llegó tarde a la gala, tras asistir a otro evento en un club de golf en las afueras de Miami, y tampoco hubo declaraciones de su entorno.
La ausencia de una imagen conjunta fue rápidamente explotada por los opositores. Cristina Fernández de Kirchner, expresidenta de Argentina y líder del peronismo, ironizó en redes sociales sobre la situación: “Cuando me levanté, pensé que iba a encontrar en la tele la foto que fuiste a buscar con tu ‘amigo’ Trump. Qué manera de boludear y gastar plata al divino botón”, escribió en X, dejando en evidencia que la política exterior de Milei, aunque simbólicamente intensa, aún está muy lejos de garantizar resultados concretos.