Luego de un extenso y complejo recorrido legal que mantuvo en vilo tanto a la industria musical como a millones de seguidores en todo el mundo, Taylor Swift finalmente alcanzó un hito fundamental en su carrera artística: logró recuperar los derechos totales sobre los masters originales de sus seis primeros álbumes de estudio. Esta conquista, largamente esperada, no solo tiene un valor simbólico muy fuerte, sino que también representa una victoria contundente en cuanto a la autonomía creativa y la propiedad intelectual de su obra.

Taylor Swift anunció que logró comprar las grabaciones originales (Captura: Instagram @taylorswift)

A través de una publicación en su sitio web oficial y de una emotiva serie de imágenes en sus redes sociales, la cantautora compartió con sus fans la emocionante noticia de que, además de las grabaciones originales de los discos, también ha adquirido todos los derechos vinculados a videoclips, grabaciones de conciertos, carátulas, material inédito y demás elementos asociados a esa etapa crucial de su carrera. La frase “Me perteneces”, publicada en su cuenta de Instagram —en alusión a su exitosa canción You Belong With Me— adquirió un peso simbólico extraordinario, reforzando el carácter profundamente personal de esta recuperación.

La artista compartió una emotiva carta para contar el final feliz de una batalla que comenzó en 2019 (Captura: Instagram @taylorswift)

La artista compartió una emotiva carta para contar el final feliz de una batalla que comenzó en 2019 (Captura: Instagram @taylorswift)

El conflicto que culminó con esta resolución comenzó en 2019, cuando el reconocido mánager musical Scooter Braun adquirió Big Machine Records, el sello discográfico con el que Swift había lanzado sus primeros trabajos. Con la compra, Braun pasó a tener control sobre los derechos de los álbumes Taylor Swift (2006), Fearless (2008), Speak Now (2010), Red (2012), 1989 (2014) y Reputation (2017). Desde entonces, la artista emprendió una ardua batalla legal y mediática, reclamando el control sobre su música.

Swift ya había compartido en entrevistas anteriores que durante diez años intentó adquirir los masters de manera directa, pero la única propuesta que recibió fue una cláusula contractual que la obligaba a “ganarse” un disco por cada nuevo álbum que entregara al sello, un trato que rechazó por considerarlo injusto. La situación empeoró cuando Braun vendió el catálogo a Shamrock Capital en 2020 por una cifra cercana a los 300 millones de dólares, aunque Swift decidió no asociarse con la firma tras saber que Braun seguiría obteniendo ganancias a través de la venta.

Después de años de lucha, Swift logró lo que parecía imposible: recuperar el control total de su música (Captura: Instagram @taylorswift)

La historia dio un giro recientemente cuando Shamrock Capital, en una nueva etapa, ofreció a la artista la posibilidad de comprar directamente todos los derechos sin condiciones ni intermediarios. Taylor aceptó la propuesta y celebró el gesto con profunda gratitud, destacando el respeto y la transparencia con la que se manejó la empresa: “Ellos vieron lo que esto realmente significa: mis recuerdos, mi sudor, mi letra y mis décadas de sueños”. Incluso, en tono de broma, escribió que estaba tan agradecida que consideraba tatuarse un gran trébol —símbolo de Shamrock— en la frente.

Respecto al futuro de Reputation (Taylor’s Version), Swift aclaró que, a diferencia de los otros cinco discos que ya regrabó bajo el sello “Taylor’s Version” como una forma de recuperar su obra y devaluar los originales en manos de terceros, este último aún no ha sido regrabado en su totalidad. Confesó que ese álbum está íntimamente ligado a una etapa muy específica de su vida, lo que hace difícil recrearlo con la misma carga emocional. No obstante, dejó abierta la posibilidad de lanzar en algún momento las ansiadas From the Vault Tracks (canciones inéditas de esa era), dejando entrever que los fans aún tienen material por descubrir.

El futuro de Reputation (Taylor’s Version) sigue siendo incierto (Captura: Instagram @taylorswift)

Con esta decisión, Taylor Swift no solo escribe una nueva página en su trayectoria musical, sino que también se posiciona como una referente de lucha por los derechos de los artistas sobre su obra. Esta victoria no solo es un acto de empoderamiento personal, sino también un mensaje contundente en la industria sobre la importancia de la independencia creativa.

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