En un evento relacionado con la cumbre del G20 en Río de Janeiro, Rosángela «Janja» da Silva, esposa del presidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva, dirigió palabras fuertes hacia Elon Musk, propietario de la red social X y próximo integrante del gabinete de Donald Trump en Estados Unidos. Durante su intervención improvisada en un panel sobre desinformación organizado por el G20 Social, Janja defendió la importancia de regular las plataformas digitales.
En medio de su discurso, reaccionó de manera inesperada a un ruido que la sorprendió, mirando hacia arriba y agachándose mientras reía. Luego comentó en tono sarcástico: «Creo que es Elon Musk». Seguidamente, se levantó y añadió con firmeza: «¡Yo no tengo miedo de ti, inclusive. Fuck you, Elon Musk!».
Elon Musk, conocido por sus respuestas directas en redes sociales, reaccionó al comentario en X con un mensaje irónico: «Ellos van a perder la próxima elección», acompañando su publicación con emojis de risa. Este intercambio añade tensión a una relación ya complicada entre el empresario sudafricano y el gobierno de Brasil. Musk, quien también lidera Tesla, fue designado por Donald Trump como responsable de un futuro departamento de «eficiencia gubernamental» en su administración, lo que lo coloca en una posición clave en la política estadounidense.
En Brasil, X estuvo suspendida durante 40 días tras la orden de un juez del Tribunal Supremo, quien consideró que la plataforma contribuía a la propagación de desinformación. Lula, quien ha sido crítico de Musk, respaldó la decisión judicial, calificándola como una medida necesaria para combatir el discurso de odio y las noticias falsas.
Por otro lado, Musk mantiene una conexión cercana con Jair Bolsonaro, expresidente brasileño de derecha, quien tiene aspiraciones de postularse nuevamente en las elecciones de 2026 a pesar de su actual inhabilitación. Bolsonaro aprovechó la polémica para publicar en X: «Ya tenemos otro problema diplomático». Además, Fabio Wajngarten, abogado y colaborador de Bolsonaro, expresó su preocupación por las posibles repercusiones internacionales de las declaraciones de la primera dama.
«Si Brasil sufre sanciones de Estados Unidos por estas declaraciones irresponsables y completamente innecesarias, ¿qué ocurrirá? Está insultando a un futuro ministro de Estado estadounidense. ¿Qué pasa con la promoción de la incitación al odio?», cuestionó Wajngarten, abriendo el debate sobre las consecuencias diplomáticas y económicas de estos comentarios.