En una declaración difundida oficialmente este domingo a las 15:30, el gobierno de Brasil expresó su más enérgico rechazo a los recientes ataques aéreos lanzados por Estados Unidos contra instalaciones nucleares en territorio iraní. La administración de Luiz Inácio Lula da Silva calificó la ofensiva del sábado por la noche como una acción de extrema gravedad que intensifica peligrosamente la situación en Medio Oriente, al tiempo que denunció que estos bombardeos constituyen una violación directa tanto del derecho internacional como de la soberanía de Irán.
En el comunicado, las autoridades brasileñas manifestaron su “condena con vehemencia” a la operación militar que tuvo como blanco tres instalaciones críticas del programa nuclear iraní —las centrales de Fordow, Natanz e Isfahan—, remarcando que ese tipo de ataques “representan una transgresión flagrante de la Carta de las Naciones Unidas y de las normas de la Agencia Internacional de Energía Atómica (OIEA)”. Además, el documento subrayó los riesgos que implica este tipo de ofensiva para la población civil, alertando sobre el potencial peligro de contaminación radiactiva y desastres medioambientales que podrían desencadenarse si se comprometen las estructuras de dichas plantas nucleares.
El Ejecutivo brasileño también reiteró su postura tradicional en favor del uso pacífico de la energía atómica y volvió a manifestar su rechazo rotundo a la proliferación nuclear, especialmente en zonas del planeta marcadas por profundos desequilibrios geopolíticos como es el caso del Medio Oriente. En ese marco, subrayó que el uso de la fuerza en ese contexto compromete gravemente los esfuerzos multilaterales de no proliferación y desarme nuclear, pilares fundamentales del sistema internacional de seguridad.
A su vez, el gobierno brasileño extendió su repudio a acciones anteriores llevadas a cabo por Israel contra centrales nucleares iraníes, señalando que también forman parte de una escalada bélica que podría tener consecuencias irreparables. “Brasil manifiesta su profunda preocupación por el agravamiento del conflicto y considera urgente que se interrumpa este ciclo de violencia a través de una solución diplomática”, enfatizó el texto, en el que se insiste en la necesidad de abrir instancias de negociación para restablecer la paz y preservar la estabilidad regional y global.
En esa línea, el gobierno de Lula alertó que de persistir este tipo de enfrentamientos, el mundo podría enfrentarse a una desestabilización irreversible en Medio Oriente, lo que no sólo comprometería la seguridad internacional, sino que también pondría en jaque los acuerdos fundamentales que regulan el uso pacífico de la energía nuclear y el régimen internacional de desarme.
La ofensiva norteamericana, dispuesta directamente por el presidente Donald Trump sin contar con la aprobación previa del Congreso de Estados Unidos, fue ejecutada exactamente una semana después de los ataques de Israel contra objetivos estratégicos en Irán, lo que encendió aún más las alarmas dentro de la comunidad internacional. Incluso dentro del propio Partido Republicano comenzaron a surgir voces críticas que desaprueban la implicación directa de Estados Unidos en una guerra de consecuencias inciertas.
Por su parte, el ministro de Relaciones Exteriores de Irán, Abbas Araqchi, denunció públicamente que el ataque norteamericano constituye una violación intolerable de las normas internacionales y aseguró que Washington ha “cruzado una línea roja muy grande”. Desde Teherán advirtieron que responderán con firmeza, invocando el derecho legítimo a la defensa nacional frente a cualquier agresión extranjera. Esta respuesta, según fuentes oficiales iraníes, se regirá bajo los marcos legales reconocidos por la comunidad internacional.
