Durante una cena de gala del Comité Nacional Republicano (NRCC) en Washington, el expresidente Donald Trump ofreció un discurso cargado de declaraciones provocadoras y definiciones sobre su política comercial. Entre sus comentarios más llamativos, se refirió con tono desafiante a los países que están buscando negociar con Estados Unidos tras la imposición de nuevos aranceles. “Nos están llamando para besarme el culo”, expresó, asegurando que muchas de estas naciones están desesperadas por alcanzar un acuerdo comercial con Washington.
A partir del miércoles, numerosas economías deberán afrontar impuestos de importación sobre todos los productos que intenten colocar en el mercado estadounidense. Trump destacó que, aunque Estados Unidos no tiene urgencia en cerrar acuerdos, los países afectados están ansiosos por llegar a uno. “Estamos cómodos recaudando dos millones de dólares diarios gracias a estas tarifas. Ellos son los que quieren sentarse a negociar, no nosotros”, afirmó.
En el caso particular de China, Trump fue categórico: señaló que Beijing no ha tomado la iniciativa de comunicarse con la Casa Blanca y, por el contrario, ha adoptado una postura más confrontativa. Como respuesta, todos los productos chinos están siendo alcanzados por un arancel del 104%. Trump añadió que, a pesar de la tensión, cree que “en algún momento, China va a querer llegar a un acuerdo”, y aseguró tener el control total de la situación: “Sé exactamente lo que estoy haciendo”.
Las tensiones comerciales entre ambas potencias escalaron aún más este miércoles, cuando el gobierno chino respondió con una batería de medidas. Pekín incrementó los aranceles aplicados a los bienes estadounidenses, llevándolos a un rango de entre 34% y 84%. Además, sancionó a varias compañías norteamericanas, incluyéndolas en listas negras por sus inversiones o exportaciones hacia el país asiático. Desde Beijing, la postura oficial fue acusar a la administración de Trump de implementar “medidas intimidatorias”.
Uno de los episodios más destacados del discurso de Trump fue su mención directa a la empresa taiwanesa TSMC (Taiwan Semiconductor Manufacturing Company), líder mundial en la producción de microchips. Según el expresidente, le advirtió a la firma que si no instalaban una planta de fabricación en suelo estadounidense, se enfrentarían a tarifas de hasta el 100%.
Además de apuntar contra adversarios externos, Trump lanzó críticas hacia miembros de su propio partido. Se refirió a los legisladores republicanos que cuestionan su estrategia arancelaria, reprochándoles su intención de intervenir en las negociaciones. “Hay algunos rebeldes dentro del partido que creen que el Congreso debería encargarse de este asunto. Les digo algo: ustedes no saben negociar como yo lo hago”, sentenció.
Tras la escalada con China, el miércoles por la mañana Trump reiteró su pedido a las grandes empresas estadounidenses para que relocalicen sus operaciones dentro del país. Utilizando su red social TruthSocial, publicó un mensaje contundente: “¡Trasladen sus empresas a Estados Unidos ahora!”. El expresidente argumentó que este es un “excelente momento” para que las compañías regresen a producir en territorio nacional, destacando que gigantes como Apple ya lo están haciendo “en cifras récord”.
Como ejemplo, mencionó el compromiso de Apple, que el pasado 24 de febrero anunció una inversión superior a los 500.000 millones de dólares en Estados Unidos, con la promesa de generar 20.000 nuevos empleos en los próximos cuatro años. Esta decisión, dijo Trump, es una respuesta directa a sus llamados para repatriar la producción industrial.
En su publicación, prometió beneficios significativos para aquellas empresas que apuesten por volver a fabricar en suelo estadounidense. Entre ellos, mencionó la eliminación total de aranceles, la obtención rápida de permisos eléctricos y energéticos, y la garantía de que no habrá trabas por cuestiones ambientales. “No esperen, háganlo ya”, concluyó, retomando el eslogan que marcó sus dos mandatos: “Hagamos a Estados Unidos grande de nuevo”.
No obstante, las reacciones a esta política proteccionista no fueron del todo positivas. Desde que Trump anunció su nueva estrategia comercial, tanto contra países aliados como contra rivales, los mercados financieros sufrieron importantes caídas. El valor del dólar retrocedió, el precio del petróleo se desplomó por debajo de los 60 dólares, y numerosos analistas advierten que podrían avecinarse presiones inflacionarias y una posible recesión global.
En el plano legislativo, Trump también aprovechó la cena para defender con vehemencia un proyecto de ley que prolonga los recortes impositivos de su primer mandato y que contempla nuevos fondos para reforzar la seguridad en las fronteras. A los republicanos escépticos, les pidió que abandonen sus objeciones y se alineen con la propuesta. “Dejen de alardear, solo cierren los ojos y pónganse a trabajar. Este proyecto es fenomenal. Dejen de pavonearse”, insistió.
