El estado de salud del Papa empeora tras una crisis respiratoria, y su pronóstico es incierto

El estado de salud del papa Francisco ha empeorado considerablemente en las últimas horas. De acuerdo con el último informe médico, difundido pasadas las 19 en Roma (15 en Argentina), su situación sigue siendo delicada y durante la mañana experimentó una prolongada crisis respiratoria asmática. Ante este cuadro, los médicos decidieron realizarle una serie de transfusiones sanguíneas.

Según el parte oficial, «las condiciones del Santo Padre siguen siendo críticas, por lo que, como explicó ayer, el Papa no está fuera de peligro». Además, el equipo médico detalló que «esta mañana el Papa Francisco presentó una crisis respiratoria asmática prolongada, que requirió además la aplicación de alto flujo de oxígeno». En el mismo comunicado se explicó que los análisis de laboratorio detectaron trombocitopenia y anemia, lo que llevó a la necesidad de administrar transfusiones sanguíneas: «Los análisis de sangre de hoy también evidenciaron trombocitopenia, asociada a anemia, que requirió la administración de transfusiones de sangre».

El reporte médico también destacó que, aunque el Pontífice ha permanecido consciente y atento, los dolores que ha experimentado hoy han sido más intensos que los del día anterior. Por ello, los especialistas mantienen un pronóstico reservado: «El Santo Padre sigue atento y pasó el día en su sillón aunque sentía más dolores que ayer. De momento el pronóstico es reservado».

En declaraciones al diario La Nacion, la doctora Annalisa Bilotta, del hospital internacional Salvator Mundis en Roma, brindó su análisis sobre el estado del Papa. Según su evaluación, la condición del Sumo Pontífice ha empeorado de manera significativa en comparación con días anteriores. «Es serio porque la última frase del comunicado dice que ‘el pronóstico es reservado’, quiere decir que no se sabe bien cómo evoluciona la situación, que parece haberse agravado respecto de los días anteriores», explicó la especialista.

Bilotta también detalló que la crisis respiratoria sufrida por el Papa Francisco implicó una falta grave de oxígeno y la necesidad de una administración urgente de oxígeno de alto flujo. «Evidentemente el Santo Padre no podía respirar y necesitaba una dosis muy grande de oxígeno, que le pusieron con flujos muy altos, es decir, a una cierta velocidad», indicó. Además, explicó que, aunque no se especificó la cantidad de unidades de sangre que se le transfundieron, está claro que la neumonía bilateral y la bronquitis crónica que padece han sido determinantes en el deterioro de su estado general. «Por otro lado, no especificaron el número de unidades de transfusión de sangre… Pero es claro que todo esto es resultado de los dos eventos patológicos que padece, que son, por un lado, la neumonía bilateral, y por otro, su bronquitis crónica», añadió.

A pesar de la creciente preocupación, desde el Vaticano intentaron transmitir calma y aclararon que el cuadro clínico del Papa ya había sido considerado grave previamente. En este sentido, recordaron que el cirujano Sergio Alfieri, en la rueda de prensa que brindó el día anterior, ya había advertido que Francisco no estaba fuera de peligro y que su estado podía presentar episodios de descompensación.

Por otro lado, fuentes vaticanas precisaron que las transfusiones de sangre que se le realizaron al Papa estuvieron relacionadas con una reducción en el nivel de plaquetas, pero descartaron que se tratara de un cuadro de sepsis. En relación a este punto, destacaron que los médicos que atienden al Pontífice ya habían señalado que el mayor riesgo para su salud sería una septicemia en caso de que las bacterias presentes en sus pulmones ingresaran al torrente sanguíneo. Sin embargo, enfatizaron que la situación actual del Papa no indica que haya desarrollado esta complicación. «Los gérmenes que se encuentran en sus pulmones llegan a pasar a la sangre. Pero la situación que el Pontífice está atravesando no tiene que ver con esto», aseguraron, al tiempo que resaltaron que, a pesar de las crisis recientes, Francisco continúa recibiendo su tratamiento con los fármacos prescritos para combatir la infección.

A pesar del difícil día que atravesó, las mismas fuentes informaron que el ex arzobispo de Buenos Aires, internado desde el 14 de febrero, pudo alimentarse con normalidad. Se estima que su hospitalización se prolongará, al menos, por una semana más. No obstante, reconocieron que su actividad fue más reducida en comparación con días anteriores y que, aunque permaneció consciente y alerta, evitó compromisos de trabajo. «Pasó un día difícil, evidentemente sin actividades de trabajo como habían señalado en días anteriores. Pero siempre ‘atento’, alerta», remarcaron.

Finalmente, en la mañana de hoy, el Vaticano confirmó que el Papa no podrá presidir la oración dominical del Ángelus, una tradición que, en circunstancias normales, el Sumo Pontífice dirige desde la ventana de su residencia en la Plaza de San Pedro. En su internación de 2021, tras la cirugía por diverticulitis, había podido cumplir con este ritual desde el balcón del décimo piso del hospital. Sin embargo, en esta oportunidad, su delicado estado de salud le impedirá hacerlo.