La ciudad de Río de Janeiro vivió una de las jornadas más violentas del último tiempo, cuando un enorme operativo de seguridad derivó en un enfrentamiento de características casi bélicas. Al menos 60 personas perdieron la vida y más de 80 fueron detenidas este martes durante una intervención policial de gran magnitud dirigida contra el Comando Vermelho (CV), una de las organizaciones criminales más antiguas y peligrosas de Brasil. La acción se desplegó en los complejos de favelas Alemão y Penha, ubicados en la zona norte de la ciudad.

La policía detiene narcos en la favela de Penha. Foto: Reuters

Desde las primeras horas del día, los enfrentamientos se tornaron intensos. Los narcotraficantes, atrincherados en distintas zonas, respondieron con ráfagas de disparos, incendios y barricadas, tratando de frenar el avance de los efectivos. Imágenes grabadas por vecinos y difundidas en redes sociales captaron el dramatismo del momento: casi 200 disparos en menos de un minuto, entre columnas de humo y fuego que cubrían los techos de las casas, en escenas que recordaban a un conflicto armado.

El operativo, que continuaba activo pasado el mediodía en Buenos Aires, forma parte de la Operación Contención, un plan estatal que busca contener la expansión del narcotráfico en Río. Según confirmó la cadena TV Globo, entre las víctimas fatales se encontraban dos agentes de la Policía Civil: Marcus Vinícius Cardoso de Carvalho, de 51 años, conocido como “Máskara” y recientemente ascendido, y Rodrigo Velloso Cabral, de 34. Las autoridades estatales informaron además que al menos 18 de los muertos eran presuntos narcotraficantes que mantuvieron un tiroteo con la policía.

Con el correr de las horas, el diario O Globo actualizó las cifras: los fallecidos ya superaban los 50, y los detenidos eran más de 80. En medio del caos, los delincuentes llegaron a utilizar drones para lanzar explosivos contra los agentes, una táctica que refuerza el grado de organización del grupo. Las grabaciones aéreas mostraban hogueras, vehículos incendiados y densas columnas de humo, lo que llevó a muchos habitantes a comparar la escena con una verdadera zona de guerra.

La magnitud del despliegue policial fue inédita. Participaron 2.500 agentes de seguridad con la misión de cumplir 100 órdenes de arresto. Durante la operación, las autoridades capturaron a Thiago do Nascimento Mendes, alias Belão do Quitungo, considerado uno de los jefes del Comando Vermelho en esa región. También fue detenido Nicolas Fernandes Soares, sindicado como operador financiero de Edgar Alves de Andrade, más conocido como Doca o Urso, uno de los líderes principales de la facción criminal.

El secretario de Seguridad Pública de Río de Janeiro, Víctor Santos, explicó que la operación fue planificada con anticipación y aclaró que no contó con el apoyo del gobierno federal. Según detalló, se trató de una acción estratégica dirigida a neutralizar células activas del narcotráfico que todavía controlan parte de las favelas más conflictivas de la ciudad.

El Comando Vermelho (CV), protagonista central de esta historia, es una de las organizaciones criminales más longevas de Brasil. Su origen se remonta a la década del 70, dentro de las cárceles de Río de Janeiro. En sus inicios, el grupo surgió con una supuesta intención de solidaridad entre presos, una especie de “cooperativa de ayuda mutua” que con el tiempo mutó en una poderosa red delictiva dedicada al narcotráfico, los asaltos y otros delitos violentos.

Durante décadas, el CV fue la facción dominante en Río, extendiendo su influencia sobre amplias zonas de las favelas y disputando territorio con otras bandas. Sin embargo, con el paso de los años su poder se fue erosionando, en parte debido a la intensificación de las acciones policiales, el arresto o muerte de sus principales líderes, y la emergencia de grupos rivales, como el Primeiro Comando da Capital (PCC), originado en São Paulo; el Terceiro Comando Puro (TCP) y los Amigos dos Amigos (ADA).

Esa fragmentación interna redujo su control sobre varios puntos de venta de drogas, aunque el CV sigue manteniendo presencia en distintos sectores de Río, donde todavía es común ver las paredes de las comunidades marcadas con las siglas del grupo.

En definitiva, lo ocurrido en los complejos Alemão y Penha refleja la profundidad del conflicto armado urbano que atraviesa Río de Janeiro desde hace décadas, un escenario donde el Estado y las organizaciones criminales disputan, literalmente, el control del territorio y de la vida cotidiana de miles de habitantes.

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