En el contexto de un agravamiento significativo de las tensiones en Medio Oriente, un nuevo episodio bélico tuvo lugar el lunes 16 de junio, cuando un bombardeo ejecutado por fuerzas israelíes impactó directamente sobre la sede de la Radio y Televisión de la República Islámica de Irán (IRIB). El ataque ocurrió en un momento particularmente simbólico, ya que el canal estatal se encontraba transmitiendo en vivo cuando se produjo la explosión. La cobertura fue abruptamente interrumpida, provocando un corte inesperado en la emisión.
Las imágenes captadas instantes antes del impacto mostraban a una conductora en plena alocución contra Israel, criticando abiertamente las acciones del gobierno israelí en el marco del conflicto regional. En el video puede observarse cómo la periodista abandona su lugar de trabajo segundos antes de que se perdiera por completo la señal debido al bombardeo. A pesar de la violencia del ataque, el canal consiguió restablecer sus transmisiones poco tiempo después.
Este episodio se suma a una serie de enfrentamientos de alta intensidad entre Israel e Irán que se han incrementado en los últimos días. Precisamente durante la madrugada del mismo lunes, el ejército israelí informó que su territorio volvió a ser blanco de un nuevo ataque con misiles lanzados desde Irán. Aunque gran parte de los proyectiles fue interceptada por el sistema defensivo israelí —la conocida «cúpula de hierro»—, algunos misiles lograron evadir la defensa y alcanzaron blancos civiles, lo que resultó en un saldo preliminar de al menos ocho personas fallecidas y más de un centenar de heridos.
Según detallaron fuentes militares israelíes, esta agresión iraní representa una represalia por una acción anterior realizada por el Estado de Israel, consistente en una ofensiva con drones dirigida contra el centro de mando de la Fuerza Quds en Teherán, una unidad especial del Cuerpo de la Guardia Revolucionaria Islámica (IRGC), encargada de operaciones en el extranjero.
Desde el lado iraní, se afirmó que la respuesta al ataque israelí fue ejecutada mediante una táctica novedosa que habría logrado vulnerar las múltiples capas del sistema defensivo israelí. Las autoridades militares de Irán describieron la acción como un “éxito operativo”, asegurando que no solo causaron pérdidas humanas y materiales, sino que también desestabilizaron la infraestructura de defensa del enemigo, a pesar de que cuenta con el respaldo militar y tecnológico de potencias occidentales como Estados Unidos.
Entre los lugares que sufrieron daños directos se encuentra un complejo habitacional en Petah Tikva, una ciudad ubicada al este de Tel Aviv, donde la caída de un misil provocó daños estructurales severos en varios departamentos. Además, se reportaron incendios en instalaciones críticas, incluyendo una central eléctrica situada en las inmediaciones del puerto de Haifa, en el norte del país.
En paralelo, las autoridades iraníes emitieron un nuevo comunicado en el que advirtieron sobre la posibilidad de intensificar aún más sus ataques. Según el mensaje oficial, se planean acciones futuras con capacidad “más destructiva” orientadas contra infraestructuras clave del enemigo.
Este intercambio de ofensivas marca un nuevo punto álgido en el prolongado enfrentamiento entre ambas naciones y refleja un escenario cada vez más volátil y peligroso en la región, con implicaciones no solo locales, sino también geopolíticas a escala global.