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La exigencia de Estados Unidos a Milei como requisito para otorgarle ayuda financiera

El jueves por la noche, cuando todo indicaba que la fuerte crisis política que atraviesa el Gobierno desde hace tres meses podría terminar por derribar el sistema de Decretos de Necesidad y Urgencia (DNU) —la herramienta central que aún le permite al presidente Javier Milei tomar decisiones sin pasar por el Congreso—, el oficialismo logró evitar una derrota completa y consiguió lo que puede considerarse una pequeña victoria legislativa.
Aunque la Cámara de Diputados ya había aprobado en general el proyecto de ley que, en la práctica, busca limitar la facultad presidencial de emitir DNU, durante la votación en particular el Gobierno logró suprimir el artículo 3, lo que obliga a que la iniciativa regrese al Senado, cámara que la había impulsado originalmente.

Es probable que el Senado vuelva a insistir con su versión inicial y apruebe la ley tal como fue concebida. Sin embargo, lo que ocurrió con el artículo 3 tiene un valor político más profundo. En primer lugar, evidenció que el oficialismo no logró reunir los 129 votos necesarios para sancionar el texto completo. De hecho, el apoyo fue menor al de la votación general, donde 140 diputados se habían pronunciado a favor.

Si el Senado finalmente convierte la ley en norma, el presidente Milei ya adelantó que recurrirá al veto presidencial. Este escenario podría derivar en un conflicto judicial, ya que se discutiría si resulta constitucional que el mandatario anule una ley que restringe sus propias atribuciones. Antes de llegar a los tribunales, no obstante, será necesario un nuevo cálculo político: para sostener un veto, el Gobierno necesita el respaldo de un tercio de la Cámara, es decir, 86 votos. En la última sesión no alcanzó esa cifra, ya que solo 80 diputados se opusieron a la ley en general. Por otro lado, la oposición tampoco cuenta con los dos tercios de los 257 diputados (aproximadamente 172 votos) necesarios para rechazar un eventual veto presidencial, ya que el bloque opositor reunió 140 voluntades.

En este equilibrio tan ajustado aparecen los llamados “votos blandos”, más de treinta legisladores que se abstuvieron o se ausentaron y que podrían inclinar la balanza en futuras negociaciones. Estos votos, que no respaldan abiertamente al Gobierno pero que podrían hacerlo en momentos decisivos, se convirtieron en el foco de atención del oficialismo, que ve en ellos una oportunidad para reconstruir una coalición mínima de gobernabilidad.

Esa idea de “gobernabilidad” —que Milei despreció durante buena parte de su gestión, al priorizar la fidelidad ideológica y la confrontación con el Congreso— ha vuelto a ocupar el centro de las conversaciones internas. Y lo hizo por una razón muy concreta: fue la condición principal que impuso Donald Trump para activar el plan de rescate financiero de Estados Unidos hacia la Argentina.

El apoyo norteamericano al gobierno de Milei se desarrolla por etapas. La primera se produjo tras la derrota electoral en la provincia de Buenos Aires el mes pasado, cuando Trump y el secretario del Tesoro, Scott Bessent, anunciaron públicamente medidas destinadas a brindar estabilidad financiera, entre ellas un swap de 20 mil millones de dólares. Ese anuncio generó entusiasmo momentáneo que pronto se desvaneció.

La segunda fase llegó el jueves, cuando Bessent reforzó esas promesas e intervino en el mercado cambiario, comprando pesos argentinos para contener el precio del dólar. Según fuentes oficiales, el Tesoro estadounidense, operando a través de Santander, JP Morgan y Citibank, ofreció unos 400 millones de dólares durante las primeras horas. Aunque finalmente la venta fue menor, el gesto bastó para que, como se comenta en los pasillos de la Casa Rosada, “Milei tuviera que admitir que su Gobierno fue salvado de las garras del mercado por un Estado”.

La tercera etapa del acuerdo se desarrollará la semana próxima en Washington, donde Milei y Trump presentarán nuevos convenios comerciales. Los equipos técnicos de ambos países preparan anuncios de inversiones por más de 80 mil millones de dólares. La administración de Trump pretende que empresas estadounidenses desembarquen en sectores estratégicos como la extracción y enriquecimiento de uranio, el litio y los minerales raros. Además, el expresidente busca desplazar la influencia de China en áreas de tecnología y telecomunicaciones, aunque no exigirá que la Argentina rompa el swap con el Banco Central chino ni que deje de exportar granos al gigante asiático.

Sin embargo, toda esta ayuda económica está supeditada a una condición política esencial: la capacidad del gobierno argentino para construir una base de apoyo sólida en el Congreso. Uno de los negociadores cercanos a Trump lo expresó con claridad:

“Sin gobernabilidad no van a llegar esas inversiones. Tienen que hacerse cargo los adultos de cambiar las cosas en el Gobierno”,
dijo a Clarín uno de los colaboradores del expresidente estadounidense involucrado en los acuerdos.

En esa línea, los asesores de Trump están dispuestos a colaborar activamente para que Milei consolide esa gobernabilidad. Durante una breve visita a Buenos Aires, Barry Bennett —asesor informal de Trump y uno de los principales enlaces de Santiago Caputo con Washington— mantuvo reuniones con varios gobernadores para persuadirlos de las ventajas de acompañar al presidente argentino en el Congreso, como una forma de allanar el camino a las futuras inversiones.

Bennett trabaja junto a Soledad Cerro, Matt y Mercy Schlapp y Leonardo Scatturice en la consultora Tactic Global, una firma argentino-estadounidense creada para tender un canal paralelo de comunicación entre los dos gobiernos. Este “backchannel” conecta una oficina en la calle Córdoba, en Tribunales, con otra situada frente al río Potomac, en Washington D.C., y es por donde Caputo viene gestionando desde hace meses los contactos políticos y financieros.

En definitiva, Trump y su entorno ya comprendieron que Milei difícilmente pueda llegar a 2027 sin el sostén estadounidense. Las “muletas made in USA” incluyen no solo apoyo económico y control del mercado cambiario, sino también una influencia directa sobre la política exterior argentina y un seguimiento constante de las decisiones internas del Ejecutivo y del Congreso. Todo indica que el salvataje financiero de Estados Unidos llega acompañado de una tutela política que, a partir de ahora, condicionará de forma decisiva el rumbo del gobierno argentino./Fuente:Clarín

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