Las denuncias por consumo de drogas opacan la salida de Musk de la administración Trump

Elon Musk fue objeto de nuevas polémicas el pasado viernes, cuando surgieron graves denuncias relacionadas con un presunto uso excesivo de ketamina durante la campaña presidencial de 2024, al punto de causarle problemas de salud, específicamente en la vejiga. Estas acusaciones se difundieron justo cuando el empresario se preparaba para una conferencia de prensa junto al entonces presidente Donald Trump, en lo que sería su despedida como encargado del área de recortes presupuestarios del gobierno estadounidense.

El periódico The New York Times fue el encargado de publicar un informe detallado en el que se señalaba que el consumo de sustancias por parte del CEO de Tesla y SpaceX había generado preocupación en distintos ámbitos. Según el medio, además de ketamina, Musk también habría consumido éxtasis y hongos alucinógenos durante el año anterior, incluso transportando consigo una caja con diferentes pastillas. Sin embargo, no se pudo confirmar si estas sustancias fueron utilizadas mientras él desempeñaba su rol dentro del denominado Departamento de Eficiencia Gubernamental (DOGE).

El magnate tecnológico, oriundo de Sudáfrica y reconocido como uno de los principales contribuyentes financieros a la campaña de Trump en 2024, habría comentado a su entorno que la ketamina —droga con efectos disociativos— le había causado daños en la vejiga, un efecto colateral conocido en quienes abusan de su uso durante períodos prolongados.

Ante estas revelaciones, ni Musk ni la Casa Blanca ofrecieron respuestas directas. Stephen Miller, uno de los principales asesores de Trump, minimizó la situación asegurando que la prioridad de la administración eran las drogas ilegales que ingresan por la frontera con México, especialmente el fentanilo. Consultado sobre si Musk fue sometido a controles toxicológicos mientras trabajaba en la Casa Blanca, Miller simplemente dijo a CNN que los periodistas tendrían la oportunidad de hacerle todas las preguntas al propio Elon ese mismo día.

Cabe recordar que Musk ya había reconocido públicamente en el pasado haber consumido ketamina, justificando su uso como tratamiento para un “estado de ánimo negativo”, y sugiriendo que este tipo de sustancias incluso podrían tener efectos positivos sobre su desempeño laboral.

Una gestión breve y conflictiva

La relación de Musk con el gobierno de Trump estuvo marcada por constantes sobresaltos. Aunque el presidente lo presentó con entusiasmo en una conferencia conjunta desde el Despacho Oval, llamándolo “magnífico” y asegurando que seguiría colaborando con la administración, su salida estuvo rodeada de tensiones y desilusiones.

Musk había causado una gran impresión en su llegada a Washington, acaparando titulares con su carisma y protagonismo. Incluso llevó a su pequeño hijo a la Casa Blanca en su primera aparición, opacando al propio Trump en algunos momentos.

No obstante, en los últimos días de su gestión, Elon expresó frustración por el rumbo del gobierno, especialmente en relación con los planes fiscales del mandatario, que iban a contramano de la filosofía de austeridad que él defendía desde DOGE. Durante su liderazgo en este organismo, impulsó una agenda de recortes agresivos que llevó a la eliminación de miles de puestos en la administración pública, así como al cierre de agencias enteras, incluyendo la USAID. Estas medidas, según los críticos, perjudicaron gravemente la política de ayuda exterior de Estados Unidos y favorecieron a naciones rivales.

A pesar de sus promesas iniciales de ahorrar dos billones de dólares del presupuesto federal, las cifras oficiales quedaron muy lejos de esas metas. El observatorio independiente Doge Tracker estimó que los recortes reales alcanzaron solo los 12 mil millones, mientras que la revista The Atlantic ofreció un cálculo más conservador de apenas 2 mil millones.

El enfoque disruptivo de Musk, basado en el lema de “moverse rápido y romper cosas”, no fue bien recibido por todos los miembros del gabinete, y en sus últimos días expresó decepción ante la aprobación de un ambicioso proyecto de ley fiscal que, en su opinión, contradecía el trabajo hecho desde DOGE.

Mientras tanto, los problemas también se acumulaban en el ámbito empresarial. Tesla enfrentaba una caída en las ventas y el descontento de sus accionistas, que pedían que Musk se concentrara nuevamente en la compañía. Al mismo tiempo, SpaceX atravesaba una serie de fracasos técnicos con sus lanzamientos, generando dudas sobre su liderazgo.

En definitiva, Elon Musk se retiró del gobierno de Trump en medio de controversias, acusaciones por uso de drogas y cuestionamientos sobre los resultados reales de su gestión, marcando el final de una etapa turbulenta tanto en lo político como en lo personal.