En su intervención ante el Congreso, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, hizo una contundente advertencia al mundo: «Si tu producto no está hecho en los EE. UU., vas a pagar aranceles». Este mensaje fue recibido con aplausos por los republicanos y con abucheos por los demócratas, mientras Trump aprovechaba para afirmar que el país se encontraba «al borde de una recuperación económica como nunca se ha presenciado». Durante su discurso, también destacó que aunque los aranceles podían causar algunas «perturbaciones», los veía como una medida necesaria para proteger las industrias nacionales y el empleo en su país, además de considerarlos como una forma de «proteger el alma» de Estados Unidos.
Trump continuó su intervención pidiendo al Congreso que aprobara un recorte de impuestos para todos los ciudadanos, argumentando que era una parte crucial del plan para lograr la «mayor economía de la historia». En un claro desafío hacia los demócratas, el mandatario les instó a votar a favor del recorte de impuestos, sugiriendo que de no hacerlo, no serían elegidos nuevamente. Además, abogó por la eliminación de impuestos sobre propinas, horas extras y prestaciones de la Seguridad Social para los jubilados, destacando que los pagos de intereses sobre préstamos para automóviles deberían ser deducibles de impuestos, pero solo si los vehículos fueron fabricados en Estados Unidos.
En otro momento de su discurso, Trump se refirió a la burocracia federal, asegurando que su administración recuperaría el poder de las manos de los burócratas «irresponsables». Enfatizó que los «días del gobierno de burócratas no electos se acabaron», y aseguró que cualquier funcionario que se opusiera a estos cambios sería destituido de inmediato.
El presidente también abordó la relación comercial de Estados Unidos con Canadá y México, afirmando que el país ya no seguiría pagando subsidios a estas naciones, a las que acusó de haber estado «estafando» a Estados Unidos durante décadas. En cuanto a los aranceles, recordó que los aranceles recíprocos comenzarán a aplicarse el 2 de abril, y subrayó que cualquier arancel que otros países impongan a los productos estadounidenses sería correspondido con las mismas tarifas. Enfatizó que países como Canadá, México, China, Brasil y la Unión Europea tendrían que pagar estos aranceles, ya que consideraba injusto que no los aplicaran a Estados Unidos previamente.
Trump, en su discurso, también delineó sus principales prioridades para el segundo mandato, las cuales incluían recuperar la economía y aliviar a las familias trabajadoras. Criticó la administración anterior por la crisis económica heredada, señalando que las políticas del gobierno anterior habían provocado el aumento de los precios de la energía y los alimentos, dejando a millones de estadounidenses sin acceso a necesidades básicas. «Sufrimos la peor inflación en 48 años», afirmó Trump, resaltando que su objetivo era revertir los daños causados por las políticas previas.
El presidente también atacó las políticas de diversidad e inclusión, anunciando que había puesto fin a la «tiranía» de estos programas en el gobierno federal, utilizando un término que recientemente había sido popularizado por críticos de estos enfoques. Trump aseveró que «nuestro país no será más woke», en una clara alusión a los movimientos sociales relacionados con la justicia social y los derechos de las minorías, compartiendo así puntos de vista con otros líderes conservadores como el presidente argentino Javier Milei.
Finalmente, Trump cerró su discurso anunciando que Estados Unidos estaba en el umbral de una recuperación económica sin precedentes, destacando que «el Sueño Americano está surgiendo más grande y mejor que nunca antes». Además, elogió públicamente al magnate Elon Musk, aplaudido por los republicanos, por sus esfuerzos para recortar gastos en el gobierno federal. Sin embargo, la intervención de un congresista demócrata, Al Green, que intentó interrumpir el discurso, provocó su expulsión, subrayando las tensiones políticas del momento. Trump también aprovechó para criticar las políticas económicas de la administración de Joe Biden, específicamente por el aumento de los precios de productos básicos como los huevos, culpando a las decisiones de la administración anterior por lo que consideró una «catástrofe total».