Mientras celebraba su segundo día al mando de la presidencia, Donald Trump escuchó desde el púlpito de la Catedral Nacional de Washington lo que se podría considerar una “última súplica”. Este llamado de atención llegó poco después de que el presidente firmara un conjunto de órdenes ejecutivas que desestabilizan la política migratoria de Estados Unidos y apuntan a excluir a los transexuales de la vida pública en el país. La obispa episcopal Mariann Budde aprovechó la oportunidad para pedirle al presidente que mostrara «piedad» hacia los niños LGBT+ que se encuentran aterrados y hacia las familias inmigrantes en todo el país.
Los ovarios de esta Obispa para enfrentar al poder en nombre De Dios.
— Juan Carlos Molina (@juanKa_molina) January 21, 2025
Que haya muchos y muchas así!
Gracias!!
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En su discurso, Budde le recordó a Trump que millones de personas confiaban en él, haciendo referencia a su propio mensaje de investidura del lunes, en el que afirmaba que había sido «salvado por Dios» para cumplir con la misión de hacer grande nuevamente a América, después de haber sobrevivido a un intento de asesinato en el verano anterior. La obispa, al dirigirse directamente al presidente desde el altar, insistió en que, en nombre de Dios, le pidiera misericordia por aquellos en su país que ahora viven con miedo debido a las políticas implementadas por su administración.
Budde explicó que había niños y niñas gays, lesbianas y transexuales en familias de todas las ideologías políticas, demócratas, republicanas e independientes, algunos de los cuales temían por su vida debido a las nuevas políticas. También destacó la situación de los inmigrantes, que a pesar de no ser ciudadanos o no contar con la documentación adecuada, contribuyen enormemente a la economía del país, trabajando en campos agrícolas, plantas de procesamiento de alimentos, como empleados domésticos y en hospitales, entre otros sectores esenciales. La obispa subrayó que, aunque muchos de estos inmigrantes no tienen papeles, la mayoría no son delincuentes, sino que pagan impuestos, son buenos vecinos y miembros activos en sus comunidades religiosas.

Mientras Budde hablaba, Trump observaba en silencio, acompañado por la primera dama, Melania Trump, el vicepresidente J.D. Vance y su esposa. Aunque su rostro mostraba pocas emociones, algunos gestos indicaron que la mención a los trabajadores inmigrantes le resultó incómoda. Vance, por su parte, mostró sorpresa al mirar a su esposa en busca de una reacción, pero ella permaneció impasible.
Budde continuó su intervención, pidiendo al presidente que tuviera compasión por las familias cuyas vidas están marcadas por el temor de que los padres sean deportados, y también solicitó que se brindara ayuda a aquellos que huyen de zonas de conflicto y persecución en sus países de origen. La obispa apeló a las enseñanzas de la fe cristiana, recordando que Dios nos insta a ser misericordiosos con los forasteros, ya que todos, en algún momento, fuimos extranjeros en esta tierra. Con una oración final, pidió a Dios que les otorgara la fuerza y el valor para tratar a todos los seres humanos con dignidad, y que se hablara con la verdad y el amor en todo momento.
Las declaraciones de Budde llegaron justo después de que Trump firmara una serie de órdenes ejecutivas que buscaban redefinir la ciudadanía en la Constitución, suspender las admisiones de refugiados y el derecho de asilo, y declarar una emergencia nacional que le permitiría enviar tropas a la frontera entre EE. UU. y México. Además, se refirió a la presencia de inmigrantes sin papeles como una «invasión», dándole al presidente la autoridad para suspender la entrada de inmigrantes hasta que determine que esa “invasión” ha cesado.
Otra de las órdenes ejecutivas de gran alcance afecta directamente a las personas transexuales, intersexuales y de género no conforme, eliminando su reconocimiento en todos los niveles del gobierno de EE. UU.
Cuando un periodista le preguntó a Trump sobre su opinión sobre la ceremonia religiosa, el presidente respondió de manera fría y despectiva, cuestionando si a la audiencia le había parecido emocionante, y admitiendo que él no había encontrado el servicio de su agrado. “No me pareció un buen servicio”, comentó, añadiendo que podían haberlo hecho mucho mejor.
