En las aguas cercanas al Faro San Isidro, ubicado en la Bahía El Águila de la Región de Punta Arenas, Chile, ocurrió un hecho extraordinario que ha captado la atención mundial. Adrián Simancas, un joven venezolano de 24 años, se encontraba realizando un viaje en kayak junto a su padre, Dell Simancas, cuando un evento inesperado cambió el curso de su jornada. De repente, una ballena jorobada emergió y, en un instante, engulló al joven, quien relató más tarde: “Sentí algo entre azul y blanco que pasó cerca de mi cara, estaba por un lado y por encima; no entendía qué estaba pasando. Me hundí y pensé que me había comido”. Afortunadamente, la ballena lo escupió casi de inmediato, y Adrián salió ileso del impactante suceso.
Dell Simancas, quien presenció todo el incidente, describió el momento con una mezcla de asombro y alivio: “Cuando volteé, no vi nada, y ese fue el único momento de susto que tuve, los tres segundos que no vi a Adrián. De repente, salió disparado y ahí me tranquilicé porque lo vi afuera. Fue una experiencia increíble y aterradora a la vez”. El padre logró registrar el momento en video, lo que permitió que este inusual episodio se viralizara rápidamente, generando un amplio debate sobre la interacción entre humanos y la vida marina.
El incidente también despertó preguntas sobre la posibilidad de que una ballena pudiera tragarse a un ser humano. Nicola Hodgins, de Whale and Dolphin Conservation, aclaró que, aunque un humano podría caber en la boca de una ballena jorobada, es biológicamente imposible que el animal lo trague. Esto se debe a que la garganta de estas ballenas es demasiado estrecha para permitir el paso de un cuerpo humano. Hodgins explicó que este tipo de situaciones suelen ocurrir cuando las ballenas abren sus bocas para alimentarse de peces u otras especies marinas, y en ese proceso, pueden arrastrar accidentalmente a personas que se encuentren cerca.
Este sorprendente evento no solo ha generado fascinación y asombro, sino que también ha puesto en evidencia la impredecible naturaleza de la vida silvestre. A pesar del susto inicial, tanto Adrián como su padre consideran la experiencia como algo único e inolvidable, aunque no exento de un profundo impacto emocional. El video, que ha circulado ampliamente en redes sociales y medios de comunicación, ha servido para recordar la importancia de respetar y comprender el comportamiento de los animales marinos, especialmente en su hábitat natural.
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