En la actualidad, Argentina enfrenta una crisis sanitaria silenciosa y persistente: la del VIH. A pesar de los avances científicos que han permitido convertir esta enfermedad en una condición crónica tratable, la tasa de nuevos contagios no logra reducirse de forma significativa. Un reciente informe del Ministerio de Salud expuso un dato preocupante: el 98% de los nuevos casos se originaron a raíz de relaciones sexuales sin protección. Esta cifra no sólo deja en evidencia el preocupante retroceso en las prácticas de cuidado sexual, sino que también refleja las deficiencias en educación y prevención a nivel nacional.
El informe agrega otro dato alarmante: casi la mitad de los diagnósticos (45%) se realiza de manera tardía, cuando la infección ya está avanzada. Esta demora en la detección no sólo complica el tratamiento, sino que incrementa las probabilidades de transmisión, especialmente entre personas que desconocen su estado serológico.
El contexto sanitario en el país se ve agravado por decisiones gubernamentales que impactan directamente en la respuesta al VIH. Según denuncias de especialistas, el Gobierno nacional recortó más del 75% del presupuesto destinado a políticas de salud relacionadas con el VIH, enfermedades de transmisión sexual, hepatitis virales y tuberculosis. Además, despidió a una importante cantidad de personal especializado, debilitando aún más la capacidad del Estado para enfrentar esta problemática.
Leandro Cahn, director ejecutivo de Fundación Huésped, explicó en diálogo con C5N que la sociedad ha perdido el temor al VIH. Desde su perspectiva, la existencia de tratamientos eficaces ha generado una sensación errónea de seguridad, llevando a muchas personas a descuidar el uso del preservativo, que sigue siendo el método más accesible y efectivo para prevenir tanto el VIH como otras ITS.
Cahn enfatizó que las nuevas generaciones, al no haber vivido los años más críticos de la epidemia, carecen de conciencia sobre los riesgos. Según datos oficiales, el 20% de las nuevas infecciones se da en personas menores de 25 años, lo cual señala la urgente necesidad de reforzar las campañas de concientización y educación sexual, particularmente en las escuelas.
Uno de los factores más preocupantes es que durante todo 2024 y lo que va del 2025, el Gobierno nacional interrumpió la compra y distribución centralizada de preservativos. Las provincias, por lo tanto, deben absorber ese gasto con sus propios recursos. La situación se agrava al considerar que un preservativo cuesta alrededor de $1.000, lo que lo convierte en un insumo inaccesible para muchas personas. «Cuando hay que elegir entre comprar comida o un preservativo, ya sabemos qué gana», sentenció Cahn.
Además del VIH, también se observa un aumento en otras enfermedades de transmisión sexual como la sífilis y la gonorrea. Esto se debe al bajo uso del preservativo y al mal uso de herramientas preventivas como la PrEP (profilaxis preexposición), que sólo protege contra el VIH, pero no contra otras ITS ni embarazos. Los especialistas señalan que la prevención debe ser integral: combinar preservativos, PrEP, PEP (profilaxis postexposición), testeo frecuente y tratamiento inmediato para quienes den positivo.
Una estrategia crucial para frenar el avance del VIH es fomentar el diagnóstico precoz. En Argentina, el test de VIH es gratuito, confidencial y de fácil acceso en hospitales, centros de salud y algunas ONG. Con un simple pinchazo en el dedo o una extracción de sangre, se puede conocer el estado serológico y, en caso de ser positivo, acceder al tratamiento antirretroviral, que está garantizado por ley.
Una persona con VIH que sigue correctamente el tratamiento puede alcanzar una carga viral indetectable, lo que significa que no puede transmitir el virus por vía sexual. Este principio se conoce como I=I: indetectable es igual a intransmisible.
A pesar de estas herramientas, el acceso a la información clara sigue siendo un obstáculo. Fundación Huésped denuncia falta de transparencia en la compra y distribución de medicamentos, muchos de los cuales son adquiridos a través de la Organización Panamericana de la Salud (OPS) y no figuran en los registros públicos, lo que impide un adecuado control ciudadano.
Desde el punto de vista económico, invertir en prevención resulta más eficiente que afrontar los costos que implican los tratamientos de enfermedades avanzadas. Gastos en internaciones, licencias médicas, diagnósticos complejos y terapias prolongadas podrían evitarse con campañas de prevención, distribución de preservativos y testeos gratuitos.
La Fundación Huésped insiste en que la lucha contra el VIH debe ser constante, integral y sostenida. Involucra al Estado, al sistema educativo, a los medios de comunicación y a la sociedad civil. Una campaña aislada o la entrega ocasional de folletos no son suficientes. Es necesario recuperar el compromiso social con el cuidado colectivo.
El estigma social que rodea al VIH también representa una barrera. Muchas personas no se testean por temor a ser juzgadas o discriminadas. “El estigma mata tanto como el virus”, advierte Cahn, quien insta a hablar del tema con responsabilidad, sin prejuicios ni desinformación.
Frente a este panorama, se vuelve imperioso reforzar las acciones de prevención, garantizar el acceso a insumos básicos como los preservativos, capacitar en educación sexual integral y mejorar la transparencia del sistema de salud. Son decisiones que deben tomarse ya, antes de que la epidemia avance aún más en silencio, sin que el Estado le ponga freno.
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