Así fue la última vez que Mila Yankelevich se mostró en público con Cris Morena

La familia de Cris Morena y Gustavo Yankelevich volvió a verse sacudida por el dolor con la trágica pérdida de Mila, su nieta menor, quien falleció con apenas 7 años de edad. Este nuevo golpe reabre heridas profundas en una familia que ya ha atravesado momentos devastadores en el pasado.

Mila, nacida el 12 de febrero, había celebrado su cumpleaños hace solo unos meses. En esa ocasión, su abuela le dedicó un emotivo posteo en redes sociales, donde la definió con ternura como “mi hadita feliz y libre”, acompañando sus palabras con una imagen de la niña que reflejaba todo el cariño y la devoción que sentía por ella.

No obstante, uno de los momentos más entrañables y conmovedores que quedarán en la memoria de Cris y de todos quienes presenciaron ese día fue la última vez que compartieron un escenario. Ese instante único tuvo lugar durante un evento muy especial: el “Cris Morena Day”, una celebración organizada por el canal de streaming OLGA en el emblemático teatro Gran Rex, donde se rindió homenaje al legado artístico de Cris.

En medio de una jornada cargada de emoción y recuerdos, la reconocida productora subió a Mila al escenario con visible emoción. La presentó con gran orgullo y dulzura ante el público: “Ella es mi nieta más chiquita, Mila”, dijo mientras la tomaba de la mano y la invitaba a participar del espectáculo. Fue un gesto espontáneo, tierno y lleno de significado.

Mila, con su sonrisa inocente y su alegría contagiosa, se sumó a la celebración musical y compartió con su abuela uno de los momentos más significativos del evento. Ambas, junto a otras figuras del universo artístico de Cris, interpretaron “Hay un cuento”, uno de los temas más emblemáticos de Floricienta. Cantando unidas ante un teatro colmado, Mila y Cris protagonizaron una escena profundamente emotiva, que ahora adquiere una carga simbólica aún mayor.

Aquella aparición pública —la última de Mila— se ha transformado, con el paso de los días, en un recuerdo imborrable. La imagen de la niña en el escenario, radiante, tomada de la mano de su abuela, representa no solo la conexión amorosa entre ambas, sino también una suerte de despedida luminosa y espontánea, que permanecerá grabada en la memoria afectiva de su familia y del público que fue testigo de ese instante mágico.